La celebración de la Semana de Mayo rescata la participación del pueblo en el proceso que dio lugar a la Revolución del 25 de Mayo de 1810, fecha de nacimiento de nuestro país como Nación independiente. Frente a la incertidumbre por el vacío político que se había creado, los patriotas se manifestaron en forma espontánea frente al Cabildo de Buenos Aires expresando su sentir mediante la escarapela de color celeste y blanco, distintivo de la causa de la emancipación. La conmemoración de estos hechos hoy lejanos en el tiempo no es un acto menor en un momento político como el actual, en el que la ausencia de unidad -expresada en la metáfora disolvente de la “grieta”- sobresale como uno de los rasgos más negativos del escenario político nacional.
Más que una mera cuestión simbólica, la celebración remite a todo lo que falta todavía por hacer para afianzar la nación independiente, integrada e igualitaria que soñaron los protagonistas de la histórica Semana de Mayo. La pregunta de entonces, hace más de dos siglos, “el pueblo quiere saber de qué se trata”, en este sentido, sigue sin respuesta. Sobre todo si se la formula desde las provincias al poder limitante del país central. Las recientes elecciones, en Misiones como en otras provincias, dejaron ver que, salvando las distancias, en la Argentina actual sigue incompleto el ideario subyacente a los sucesos de Mayo, que ya entonces generaron un período de inestabilidad por la falta de integración de las provincias, en igualdad de condiciones y oportunidades, al modelo emergente.
El Gobierno de Misiones, en este sentido, fue y es vanguardia a nivel país en su reclamo por una unidad nacional que respete las diversidades y las identidades regionales. Desde la creación del Frente Renovador, esta visión se expresó en la reivindicación de la figura de Andrés Guacurarí, declarado “Héroe provincial” por la Legislatura en base a una iniciativa del ingeniero Carlos Rovira y exaltado en una serie de acciones que le dieron una relevancia institucional sin precedentes. Estas acciones, concretas y simbólicas al mismo tiempo, destacan un compromiso con la mirada regional, pero también con un proceso histórico nacional. El misionerismo, en la visión de la ANG, es la clave para interpretar el escenario político que se viene; a partir de las PASO de agosto, y luego en octubre, en las que se elegirán los senadores y diputados que representarán a Misiones en el Congreso nacional. El contundente mensaje del pueblo misionero, que se expresó el 7 de mayo pasado en todo el territorio provincial, con un capítulo central en la reelección de Stelatto en Posadas, escogió el camino propuesto por la Renovación NEO, de promover el desarrollo en base a la concordia y la participación de todos los sectores por igual. La elección de representantes que hagan sentir la voz del misionerismo en el Congreso Nacional es la posta que sigue, en esta patriada por resignificar desde nuestra condición federal los ideales de Mayo.
Solo da amarguras
Consecuentemente, al hablar con la prensa al final de la reciente jornada electoral, el gobernador electo, Hugo Passalacqua citó una frase de José Gervasio Artigas, el “Protector de los Pueblos Libres” y figura central en las luchas por establecer un país federal, no sometido a los dictados de la oligarquía porteña: “Buenos Aires sólo da amarguras”. “Y Misiones sólo da alegrías”, parafraseó, explicando luego que su crítica no se dirigía al ciudadano común porteño; “sino al concepto de centralismo”. “Nosotros somos federalistas, somos un espacio misionerista, propio. El pensamiento nuestro está validado por el pueblo de Misiones, no por un 011 que llama y te dice lo que tenés que hacer”, enfatizó. En este contexto, el ritual de ponerse la escarapela todos los aniversarios de la histórica Semana de Mayo, se mantiene con modestia y sin estridencias, en el sentir del pueblo, y desde la tierra colorada, el símbolo patrio se ve entrelazado con los colores, rojo y azul, de de la bandera federal que enarboló nuestro Andrés Guacurari.
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