En un contexto donde las problemáticas juveniles se intensifican y las oportunidades deportivas suelen ser escasas, la Escuela de Fútbol Tuyutí se convirtió en uno de los espacios de mayor impacto social en Apóstoles. Con más de 70 chicos y chicas entrenando durante todo el año, el proyecto liderado por los jóvenes profesores Facundo y Yisela trascendió lo deportivo para transformarse en un verdadero lugar de formación humana, emocional y comunitaria.
Durante una extensa y profunda entrevista en el programa «Nadie Se Salva Solo», los profesores hablaron sobre el rol que cumplen, los desafíos de trabajar con adolescentes, la necesidad de generar más competencias locales y el valor del sentido de pertenencia en los clubes de barrio.
Entrenamientos, compromiso y una brecha que crece en Apóstoles
La escuela trabaja durante todo el año con categorías desde los 13 hasta los 15 años, cuatro días por semana, con una carga horaria que oscila entre una hora y media y dos horas por jornada.
Sin embargo, ambos profes coincidieron en un punto clave:
faltan torneos y competencias para adolescentes en Apóstoles.
“Hoy en día tenemos muchísimos torneos infantiles, pero está completamente descuidada la etapa adolescente, que es la más difícil y donde más deporte debería haber”, explicó Facundo. “Esta es la edad en la que los chicos ganan libertades y están expuestos a mil cosas afuera. El deporte puede ser un refugio, una guía y un orden”, agregó Yisela.
Este año, la liga local logró concretar un torneo Sub-13 con equipos de Apóstoles, Azara, Concepción, San José y otras localidades. Pero quedó la sensación de que necesita continuidad, proyección y acompañamiento institucional.
Los adolescentes: una urgencia social que requiere contención
Los profes insistieron en que el deporte no es solo juego o entrenamiento físico. Es contención emocional.
“No sabemos qué vive cada nene en su casa. A veces llega bloqueado, frustrado, triste… y una palabra mal dicha por un adulto puede marcarlo para siempre”, dijo Yisela.

En ese punto, remarcaron la importancia del rol docente:
los chicos copian lo que ven, no lo que se les dice. Por eso, el hecho de que Facundo sea además jugador de la Primera División de Tuyutí, y que los chicos lo vean pelear cada pelota, levantarse después de una caída o respetar al árbitro, se transforma en una enseñanza silenciosa pero muy poderosa.
Sentido de pertenencia: la identidad que los forma como comunidad
Uno de los conceptos más repetidos en la entrevista fue el sentido de pertenencia.
Un valor que, según los profes, se contagia y se enseña con acciones, no con discursos.
Los chicos:
ayudan a juntar pelotas y elementos después de cada entrenamiento,
cuidan la ropa y el espacio del club,
se preocupan cuando alguien roba o rompe algo en la institución,
se sienten parte de una comunidad.
“El nene te dice: yo soy de Tuyutí, como si fuera su casa. Eso es hermoso de ver”, contó Facundo.
Esa identidad se replica también en la familia.
Cada vez más padres acompañan los entrenamientos, los partidos de Primera y las actividades solidarias impulsadas por la escuela.
Solidaridad: ayudar también es parte de aprender
Durante el año, la escuela realizó múltiples acciones solidarias:
donaciones de ropa y zapatillas para chicos del club,
cajas comunitarias en los entrenamientos para que cada familia pueda dejar o llevar lo que necesite,
entrega de juguetes en una escuela rural,
colaboración con campañas sociales de la ciudad.
“El deporte abarca muchísimo más que lo que la gente cree. Cuando un chico aprende a compartir, a cuidar, a pensar en el otro, crece en todos los sentidos”, expresó Yisela.
El impacto en la Primera División: los chicos también empujan al plantel mayor
Tuyutí viene siendo protagonista en el Torneo Provincial:
este año llegó a semifinales, un logro enorme para un club que funciona literalmente “a pulmón”.

Para Facundo, parte de ese crecimiento se explica también por la energía de los más chicos:
“Los nenes van a la cancha, nos ven jugar, nos siguen. Esa luz que traen ellos al club contagia a todos”.
2026: un año de nuevos desafíos
De cara al año próximo, la escuela continuará con todas sus categorías y proyectos.
Y ya prepara un cierre de año familiar en el Camping Hilda Mate, el 13 de diciembre, donde todas las familias podrán compartir una jornada completa.
“Buscamos que los chicos no solo entrenan, sino que vivan experiencias juntos. Que sepan que este es un lugar donde pueden crecer, reírse, equivocarse y aprender”, destacó Yisela.
Una escuela que enseña fútbol, pero sobre todo enseña vida
En tiempos donde las pantallas aíslan, la inseguridad preocupa y la falta de tiempo agota a las familias, proyectos como el de Tuyutí se vuelven esenciales.
Porque más que una escuela de fútbol, es un espacio de valores.
De contención.
De acompañamiento.
De comunidad.
Una prueba clara de que cuando hay compromiso, amor por lo que se hace y respeto por la infancia, el deporte se convierte en una herramienta transformadora.
Fernando Pereyra
Red News de Comunicación
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARI



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