La violencia contra las mujeres es una problemática social que se vio profundizada en el contexto de encierro y aislamiento social vivido por la propagación del Covid-19.
Transformar la realidad de miles de mujeres y niñas y garantizar la igualdad en el acceso a los derechos es una responsabilidad del estado. En este sentido, el gobierno de Misiones – a través del Ministerio de Desarrollo Social, la Mujer y la Juventud- profundiza las acciones de prevención de toda forma de violencia, la identificación de casos y la asistencia inmediata de víctimas, por medio del trabajo de las promotoras de género. En la actualidad son más de 150 promotoras en toda la provincia, muchas de ellas sobrevivientes, quienes vieron en la tarea de la prevención a partir de la experiencia una salida laboral y la puerta a la independencia económica.
Las promotoras de género son agentes de cambio que salen al espacio público con el objetivo de brindar información, generar actividades y concientizar a la población. Lo hacen a través del diálogo sobre la importancia de transformar los vínculos y desaprender lo históricamente percibido como “normal” para volver a construir una sociedad respetuosa y con perspectiva de género. Alba Verónica González es promotora, pero se define como una sobreviviente de la violencia. Explicó que la tarea demanda una gran responsabilidad que asumió en el 2009, luego de haber participado de capacitaciones y talleres de formación.
Las promotoras de género realizan un trabajo interdisciplinario con varios profesionales y organizaciones de la sociedad para abordar la violencia. La tarea está focalizada en el empoderamiento de las mujeres y en fortalecimiento individual y colectivo de la persona. “Llegamos a los barrios, hacemos contacto con las mujeres víctimas de violencia, utilizamos diferentes estrategias y trabajamos con todo el equipo para cambiar esa realidad”, señaló la trabajadora.
El paso a una vida sin violencia depende de cada persona. Las mujeres que comienzan a sentirse acompañadas toman confianza en sí mismas y buscan salir de la situación que padecen. “A muchas víctimas les cuesta romper el silencio porque naturalizaron la violencia después de tantos años de sometimiento. A esto se suma el mandato social de la familia modelo y la imagen puertas afuera que la sociedad patriarcal obliga a sostener. Lo más gratificante de todo nuestro trabajo es saber que salvamos a una mujer, la satisfacción de que el trabajo no fue en vano”, subrayó Verónica.
La ministra de Desarrollo Social, Benilda Dammer, remarcó la importancia de la tarea del equipo y expuso que “en terreno y por medio del diálogo con las vecinas y vecinos apuntamos a potenciar la dimensión personal de estas mujeres que son o fueron víctimas de algún tipo de violencia”. Es decir, se promueve que “vuelvan a confiar en ellas mismas, en sus capacidades y conocimientos para que tomen sus propias decisiones de vida, sin cargar con los prejuicios y discriminaciones por ser mujeres”, indicó.
Incorporar los derechos de las mujeres y la igualdad entre los géneros supone una dimensión colectiva, de responsabilidad mutua entre el estado y la sociedad. Con una mirada abierta, el estado misionero ejecuta acciones destinadas a promover una vida libre de violencias y a eliminar los obstáculos que impiden a la mitad de la población acceder a derechos básicos como un trabajo digno, independencia económica, trabajo doméstico, cuidado de adultos mayores y crianza de los hijos compartidos.
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Prensa del Ministerio de Desarrollo Social
Edición: Hector Gabriel Olejnik
ANG AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ
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