
Capioví es un pueblo que se transformó. Hoy brilla por su decoración de Pascuas y por esa Navidad que lo hizo famoso, pero detrás de cada adorno hecho con botellas recicladas, hay una historia de trabajo, de comunidad y de decisiones políticas que apostaron a crecer desde lo propio.
Todo empezó allá por el 2009, cuando un grupo de vecinas de la parroquia —inspiradas por decoraciones que vieron en Brasil— se juntó para embellecer la plaza del pueblo con botellas plásticas. Lo que arrancó como un hobby, con ganas de hacer algo lindo entre todos, se convirtió con el tiempo en una política pública sostenida. Hoy hay más de 120 personas que, año a año, trabajan en el taller municipal para preparar la decoración navideña, de Pascuas y otras fechas importantes.
Más de 20.000 botellas por año se reutilizan en estas creaciones. También se suman tapitas, bolsas, cartón, telgopor y otros materiales que antes se tiraban. Ahora, en vez de basura, son parte de un proyecto que une a la gente, cuida el ambiente, y encima genera movimiento económico para el pueblo.

Pero lo más destacable es el impacto que tuvo esta propuesta en la matriz productiva del pueblo. Capioví, históricamente vinculado a la producción forestal, con la emblemática fábrica Papel Misionero, los aserraderos cercanos y los pequeños productores, hoy también crece gracias al turismo. La puesta en valor del reciclado como herramienta estética y comunitaria trajo consigo la apertura de nuevos alojamientos, más restaurantes, ferias, movimiento económico y oportunidades para muchas familias.
Acá hubo una decisión política, desde el municipio, de acompañar este proceso. Las gestiones locales entendieron que apoyar este taller no era sólo embellecer la plaza, sino generar trabajo, apostar al ambiente, al turismo y al orgullo de ser capiovisense. El gobierno provincial siempre acompañó, impulsando esta idea como ejemplo en toda Misiones. Cuando hay un Estado presente, que camina al lado de su gente y no encima, los resultados se ven.

Este modelo de desarrollo no necesita grandes recursos, pero sí voluntad y continuidad. Capioví demostró que con ganas, organización y políticas públicas bien pensadas, se puede transformar un pueblo desde lo cultural, desde lo comunitario y también desde lo económico.
Hoy, mientras vemos a Capioví todo vestido de Pascuas, no solo celebramos una fecha religiosa. Celebramos una manera de vivir, de crecer, de hacer comunidad. Y eso, para quienes creemos en un desarrollo con raíces en lo local, es el mejor ejemplo de que cuando se trabaja con la gente, para la gente, los pueblos salen adelante.

Por Agustina Sosa – Especialista en Desarrollo y Políticas Públicas
Proyecto Mujeres Guacurarí en Acción
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ
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