En una entrevista para el proyecto Mujeres Guacurarí en Acción, conversamos con Antonia Inés Siewruk, integrante de la Feria Franca Municipal de Campo Viera, quien compartió su historia, sus desafíos y el profundo amor que siente por el trabajo con la tierra.
Antonia recuerda que su participación en la feria comenzó gracias a la invitación de un vecino. A partir de allí nació un camino que lleva recorriendo desde hace 14 años, siempre con constancia y dedicación. “Los inicios son siempre difíciles, nadie te conoce, no sabés si funcionará. Pero al final agarrás camino y seguís para adelante”, expresó.

Lo que más la inspira es la magia de producir alimentos desde cero. “Trabajar con la tierra, ver cómo unas simples semillas se transforman en productos que llevamos a la mesa es algo maravilloso. Siempre es gratificante poder brindar productos frescos y orgánicos a las familias que confían en nosotros”.
Para Antonia, ser feriante en Misiones es pertenecer a una comunidad. “En nuestro caso, ese lugar de encuentro es el patio de La Morocha, todos los miércoles por la mañana. Ser feriante te permite conocer personas, donde muchos terminan siendo amigos después de tantos años. Se viven muchas historias, tanto detrás de la mesa como al frente.”
Su familia es el pilar fundamental de su trabajo. “Sin mi esposo e hijos no sería feriante. Somos un equipo; desde los inicios siempre trabajamos juntos”.

En su puesto ofrece una amplia variedad de productos frutas, verduras, carnes, lácteos, huevos, pickles y chorizo ahumado, entre otros. La oferta depende de la época del año, pero siempre procuran mantener variedad. Todos los productos son elaborados por ella y por su familia, utilizando materias primas locales y tradicionales de la zona. “El proceso de producción es muy amplio, porque son muchos productos”, comentó.
Respecto a lo que diferencia sus productos, Antonia asegura con humildad. “No hay una diferencia marcada, supongo que está en lo que quiere el cliente”. Y aunque no tienen recetas familiares específicas, destaca que gran parte de lo aprendido surgió de “intentar y fallar muchas veces hasta lograr lo que queríamos. Incluso hoy, después de tantos años, nos seguimos equivocando”.
Para la comunidad, la feria representa un lugar de encuentro y un espacio donde se consiguen productos frescos. Para su familia, significa un aporte económico muy importante. Además, el trabajo junto a otros feriantes le permitió conocer “personas maravillosas, que siempre trabajan por lo que quieren”.
El vínculo con los clientes es otro aspecto clave. “Siempre tratamos de ser lo más cordiales posible. Al final, se crea un vínculo con cada cliente. Y una de las grandes lecciones que aprendí es que el cliente siempre tiene la razón”.

Entre las dificultades actuales, Antonia mencionó la presencia de vendedores ambulantes que salen a ofrecer sus productos los mismos días de feria, miércoles y sábado. “Cada quien vende como y cuando puede, pero al salir en el día que hay feria perjudican al feriante”, explicó.
Con respecto al futuro, la feriante continúa soñando con crecer y mejorar la producción. “Los proyectos siempre van apareciendo. Ver cómo producir más, qué más se puede hace. Son cosas que se van dando”. Y agrega un deseo muy concreto.“Me gustaría tener más invernaderos y poder llegar a los invernaderos hidropónicos para mejorar la calidad y cantidad de la producción”.
Antonia es ejemplo de constancia, esfuerzo familiar y amor por la tierra, cualidades que hacen de la Feria Franca de Campo Viera un espacio vivo, auténtico y profundamente necesario para la comunidad.

Sandra Krzcezkowski – Radio del Mercosur 93.7. – Campo Viera
Proyecto Mujeres Guacurarí en Acción



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