Nidia Andino, docente de Puerto Libertad, dialogó con Mujeres Guacurarí en Acción. La docente dicta clases en la escuela Provincial N° 157, Gregoria Matorras de San Martin, precisamente en donde se inició en la docencia hace 33 años, además es maestra en el Instituto Jesús Sacramentado, una escuela de gestión privada hace 18 años aproximadamente.
Su amor a esta profesión es muy grande, pero todo lo logró con sacrificio y acompañamiento familiar. «Creo que no me equivoqué de profesión, de poder guiar, transmitir conocimientos a los niños, si bien esa es nuestra principal tarea, no podemos olvidar el abrazo necesario, la mano extendida siempre, una sonrisa y ese saludo de buen día, ¿Almorzaste hoy? ¿Qué paso que estás tan solo?, se mezclan todo eso para aprender entre alumno y maestro».
«Tengo un hijo de 25 años de edad, él es la razón de mis días, en cada rostro de mis alumnos veo su cara y no se si será por eso que tanto amo a mis alumnos, pero pienso que el buen trato es importante para poder llegar a cada uno, me gusta mucho mi trabajo y soy muy feliz con mis alumnos», resaltó.
Nidia Andino, es descendiente de pioneros de Puerto Libertad, fue criada con 7 hermanos, fruto del amor de sus padres Eliseo Andino y Lucia Sosa. «Vengo de una familia muy humilde, mi papá era un jornalero que llegó a Puerto Libertad cuando tenía 16 años, él siempre nos inculcó a ser personas honestas y a no faltar a la escuela, al trabajo, solo si estuviéramos enfermos, tales así, que hasta hoy guardo recuerdo de una medalla de asistencia perfecta que me otorgó la ex directora de la escuela Marta Fonseca».
Recordó la docente y prosiguió «no se cómo hacía mi madre para que el sueldo de mi papá alcance durante el mes. En la última etapa de su vida comenzó a trabajar en el municipio y antes de eso, realizaba trabajos domésticos en la casa de doña Rosa Duda y Gustavo Santa Cruz, además también cumplió tareas de mucama en el sanatorio de Libertad a pedido de Soria Vieta».
Sobre su infancia, Andino, contó que fue muy feliz, el profesorado lo hizo en la escuela normal de Puerto Iguazú y la residencia culminó en la Normal de la ciudad de Wanda. Pertenece a la primera promoción de docentes. «Pero no fue fácil», comentó la docente, «todo fue posible gracias a que su hermano mayor, Arístides, que había comenzado a trabajar en la empresa Alto Paraná (hoy ARAUCO), pagaba la alimentación y su madre el alquiler», indicó.
Finalizó la nota dejando un mensaje de esperanza a todas las mujeres misioneras: «No dejen de soñar, de luchar, de intentar todos los días en salir adelante, alienten siempre a sus hijos en todos los proyectos que emprendan. Si estás con problemas tenés que pedir ayuda, nadie está solo, Dios existe, hay que tener fe para salir adelante. Todos nacemos con cualidades, solo debemos saber encontrarlas para explotarlas y tratar de ser feliz un poquito todos los días», finalizó.
Proyecto Mujeres Guacurarí en Acción
Gladys Galeano
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