Los argentinos concurren este domingo a votar sin expectativas, en una elección que verdaderamente no define nada y el que resulte con más votos no habrá ganado nada. Las elecciones anteriores realizadas en unas 15 provincias marcaron el pulso de una sociedad con desánimo, registrando altísimos niveles de ausentismo y abstención.
Toda la movilización del país le va a servir a un solo frente para dirimir sus peleas internas y la falta de acuerdo entre sus dirigentes. Prácticamente un año entero mostraron fotos hablando de unidad, pero se clavaron el puñal por la espalda cada vez que pudieron. Un circo espantoso y estresante de acusaciones y zancadillas en público que expusieron delante de toda la sociedad y ahora esperan que sea la gente la que resuelva su falta de consenso.
Al margen del acomodamiento que tendrá este frente, en estas PASO la gente entiende que no se elige nada y nadie de los participantes ganará nada. El lunes no habrá nada que festejar. Es una prueba que solo mostrará la fragmentación y la falta de liderazgo fuerte.
Lo que importa, después de este domingo, es donde se acomodarán los votos del sector perdedor del frente. Porque la verdad es que, después de tantas peleas, los votos del perdedor difícilmente se acomoden alegremente detrás de la lista ganadera dentro de ese espacio. Después de escuchar tantas cosas negativas no todos van a digerir un sapo tan grande. El reacomodamiento será inevitable.
La abstención se presenta como un actor central. Se presume que el porcentaje de asistentes a votar será un piso en torno a las elecciones generales que tendrán lugar el próximo 22 de octubre con los candidatos ya definidos.
En las PASO del 2019 cuando se votó para presidente, votó el 76,4% de los empadronados. Luego, en octubre, la cifra alcanzó el 81,3%.
En Córdoba el 24 de junio se eligieron representantes provinciales y el ausentismo subió cuatro puntos respecto a 2019, votando el 68,2% del electorado. Un mes después, el 23 de julio, los habitantes de la capital cordobesa votaron a su nuevo intendente con una participación del 58% del padrón. Son 15 puntos menos que en 2019.
En la provincia de Chubut, durante la elección para gobernador fueron tres puntos menos que en 2019, votaron el 69,3%. Algo similar ocurrió en Salta que tuvo un 69,5% y Tierra del Fuego el 71,2%.
Chaco, por su parte, tuvo el 62,9% y en 2019, sin PASO, fueron a votar el 72%. Lo mismo sucedió con Santa Fe con 62,7%.
En lo que respecta particularmente a Misiones, en mayo concurrió a votar una cifra similar al promedio histórico. Es que la provincia cuidó de no caer en “la grieta” nacional. El escenario se compone de dos posibilidades: sumar legisladores alineados al Ejecutivo o sumar legisladores alineados a los frentes nacionales. Y la diferencia no es menor, es sustancial. Claramente, a cualquier espacio que gobierna le conviene tener un presidente “cercano” y tener legisladores nacionales en el congreso. Eso permitiría mayores canales de diálogo para gestionar y mayor número de votos para “negociar”.
Las buenas relaciones en la política son muy importantes, sobre todo cuando se construyen con varios años de trayectoria, cumpliendo los compromisos asumidos, honrando la palabra empeñada y actuando de cara a la gente. Y las coincidencias ideológicas también tienen gran peso a la hora de encontrar respuestas más rápidas a los pedidos que pueden salir de la provincia o de los municipios.
En ese sentido, es claro que Misiones tiene un candidato más cercano, que se comprometió con los pedidos de los últimos años, dio respuestas y se jugó por la provincia. Los otros candidatos son lejanos, no tienen propuestas más que “desregular la yerba” “reprimir las protestas sociales” y “ajustar los subsidios y gastos”. A Misiones nada de eso le sirve.
Por eso el Gobierno provincial se jugó y eligió apoyar con fuerza una opción. A pesar de que no hay un resultado claro por la paridad de los frentes. Lo hizo por convicción, sin especular, decidiendo a favor de lo que más le conviene a los misioneros.
Se espera que después del lunes comience otra etapa política, tanto a nivel nacional como provincial. La gente usa las PASO en forma similar a como usa las legislativas intermedias: para dar un llamado de atención y remarcar cosas que no le gustan. Pero a la hora de elegir a los gobernantes, cambia la actitud y vota con seriedad y compromiso. Lo ha demostrado en los últimos años y nada hace pensar que vaya a cambiar de cara a octubre, eligiendo la opción más conveniente para los próximos cuatro años.
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