Pese a la legitimidad de origen del presidente Milei, el ajuste que prometió en campaña recae hoy sobre los hombros de los más débiles, entre ellos sus propios votantes. En tanto los políticos tradicionales no dan respuestas, en Misiones, el gobierno de la Renovación defiende la producción y las políticas sociales. Pero los anuncios de subas en los combustibles, la luz, el transporte y las cuotas de los colegios reclaman una rectificación del rumbo a nivel país.
El gobierno del Frente Renovador de la Concordia administra desde hace décadas la provincia en base a un control estricto del déficit fiscal, al que arribó a partir de las políticas de desendeudamiento que resolvieron la deuda heredada del gobierno de Ramón Puerta. Al haberlo hecho pagar el ajuste a la gente, sino , al contrario, sosteniendo políticas de inclusión social y desarrollo productivo, le es posible hoy salir en auxilio de los municipios misioneros y de los sectores productivos afectados por el ajuste que el presidente Milei aplica en base a la llamada política de shock. De esta forma, el impacto del ajuste nacional sobre el nivel de vida de los argentinos, e incluso los misioneros, resulta en muchos casos en regresivo y sin una perspectiva clara a futuro. Es cierto que Milei anunció ya en la campaña a todo el país que iba a hacer un ajuste recortando subsidios y equilibrando el déficit del país. Sobre esa base, lo votó la mayoría de los argentinos y aún ahora que se está encareciendo el nivel de vida de todos, muchos lo siguen defendiendo con la ilusión de que “un esfuerzo ahora nos garantiza bienestar después”. Este es, sin embargo, un relato que los argentinos ya escuchamos varias veces y que no logró en esas ocasiones cumplir con las promesas.
En este ya final del segundo mes de gestión de La Libertad Avanza, a nivel nacional, no es posible desconocer que el boleto de colectivos, la luz, el agua, el combustible, la cuota de los colegios, los medicamentos, las prepagas, entre otras cosas, se incrementan en forma desproporcionada al comparar con los salarios. Lo que una familia invertía en servicios y tarifas se triplicó en solo dos meses. Si antes era el 10% del salario, el gasto de los servicios esenciales como transporte, luz y agua ahora representa el 30% del salario promedio.
Lo curioso es que el presidente avisó y la gente lo acompañó igual. Prefirió un ajuste rabioso al otro modelo y se debe respetar. La mayoría tomó la decisión y ahora es la misma mayoría la que debe marcar el límite del ajuste. La oposición tiene poco para hacer.
Síndrome de Estocolmo
La paradójica realidad indicada, es definida actualmente por algunos observadores como un caso de “Síndrome de Estocolmo”. La Asociación Americana de Psicología lo define como una respuesta mental y emocional «en la que un cautivo (por ejemplo, un rehén) muestra aparente lealtad e incluso afecto hacia el secuestrador». En la política argentina se ha instalado esa idea al hacer referencia a los votantes y adherentes a un espacio político que los perjudica económicamente o les restringe los derechos. Y los casos se repiten.
Leyes y después
La caída de la aprobación legislativa de la Ley Ómnibus tuvo que ver con el texto de esa norma, pero también con el contexto de acelerado deterioro, de la economía nacional, el cual se profundizará, al decir d la mayoría de los analistas para el próximo mes de marzo, que conlleva el fin del período vacacional y el inicio de clases, un momento determinante en la vida de las familias. La intentona de Juntos por el Cambio de pescar en río revuelto armando una “coalición” con el gobierno libertario bajo la tutela del ex presidente Macri parece destinada a un fracaso tan rotundo como el del mencionado tratamiento legislativo. Los integrantes de Juntos hacen lo imposible por mostrarse como parte del gobierno pero, delante de la sociedad, la realidad es que quedan como unos oportunistas que apostaron por Patricia Bullrich y se subieron al carro del triunfo luego de caer derrotados. Juntos corre el riesgo de desaparecer como la UCD, según analizan varios politólogos de renombre, por eso es la desesperación de Macri de meterse y meter ministros en el Gobierno libertario, aunque no lo está logrando, porque el presidente decide por su cuenta. Los pocos que se suben al carro triunfal están desorientados.
Milei y los libertarios de primera hora entienden que la llegada oportunista de Juntos le genera más problemas que soluciones al Gobierno y lo aleja más de la gente que está esperando otra cosa. Esta sanción alcanzó al ex gobernador Puerta, cuya candidata en el Congreso nacional no votó la Ley ómnibus; y eso en los libertarios cayó muy mal. Los radicales y el PRO de Misiones no defienden al gobierno y se escondieron desde que empezaron a aparecer los tarifazos. Son socios en las buenas, pero se esconden en las malas. Por eso Milei no les dio cabida y estarían yendo camino a la extinción como frente. El kirchnerismo, a su vez, tiene que sobrellevar la responsabilidad del frustrado gobierno de Alberto Fernández, cuya inacción y dispersión política abrió el camino al actual gobierno nacional. En la compleja trama actual de incertidumbre y fracaso económico, no es sencillo vaticinar lo que se viene, aunque hay coincidencia entre los analistas políticos que la mayoría que le dio curso a la presidencia a Milei es la que tiene ante si la posibilidad de rectificar rumbos. El electorado, sostienen, no le perdonaría los experimentos fallidos a Cristina, como tampoco a Macri.
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