La música ancestral resonó en el Teatro Lírico del Parque del Conocimiento durante las dos jornadas del 2do Festival de Arte Sonoro Indígena, que volvió a elegir la tierra colorada como sede. El canto de las lenguas madres está vivo. Sólo hay que quererlo escuchar.
El canto Guaraní, Huarpe, Qom, Wichi, Charrúa, Kolla y Mapuche fueron protagonistas del escenario este fin de semana, en un esfuerzo conjunto del Ministerio de Cultura de la Nación, el Ministerio de Cultura de Misiones y el Instituto Nacional de la Música.
El festival contó con la cantante, actriz y vicepresidenta del INAMU, Charo Bogarín, como conductora y anfitriona, en un rol que le sienta a la perfección demostrando su conocimiento del tema y haciéndolo accesible para el público (en su mayoría desconocedor de la variedad de cantos ancestrales que cohabitan nuestro país) mediante un mensaje ameno y didáctico. “Los guaraníes son modelos en su transmisión de cultura porque ponen a las infancias a cantar, y lo que se aprende de niño o niña no se olvida jamás. Por eso elegimos esta tierra misionera para ser anfitriones, ya que es la única que mantiene su lengua madre revitalizada a través de su canto y de su música”.
Un trabajo sostenido
“El propósito de este Festival es estrechar lazos entre las comunidades, para que la música de nuestros pueblos originarios se fortalezca. Pero el objetivo más grande es la salvaguarda de nuestro patrimonio cultural musical. Que no solo es recopilar canciones, sino valorarlas, difundirlas. Y por eso, desde el INAMU ya está pronta a salir la Fonoteca de Arte Sonoro Indígena”, explicó Bogarín. Vale destacar que este festival contón con más de un 60% de artistas mujeres, trans o disidentes, superando bastamente el 25% exigido por la Ley de Cupo Femenino en eventos musicales.
A su turno, “Buco” Cantlon, presidente del INAMU, destacó: “hoy se habla de productividad, y hay que diferenciarla de la rentabilidad. Que le vengan a decir al pueblo guaraní que el monte no es productivo. No será rentable, pero sí es productivo. Hay una parte de la cultura que no es productiva, y está bien que así lo sea. Y desde estos espacios defendemos eso”. El presidente del INAMU también celebró la presencia en el festival de Eliseo Chamorro, cacique mbyá y flamante subsecretario de Patrimonio y Revalorización Cultural del Ministerio. “En lo personal estoy viviendo algo muy intenso, al estar en este festival, donde la cultura está viva a través de la música, y se puede decir y expresar la palabra de los pueblos originarios. Es importante que haya un espacio en que se pueda difundir la música que mantiene vivas a las culturas”, dijo Chamorro.
En la misma línea que Cantlón, Joselo manifestó: “Si solo vamos a financiar y sostener aquellas cosas que venden, un festival como este no puede existir. El Estado es el que promueve esto, desde este Instituto que nos permite sostenerlo”, prosiguió Joselo, agradeciendo además a todas las instituciones involucradas, como el Parque del Conocimiento, que proveyó la locación; el Instituto de Previsión Social de Misiones (IPS), el alojamiento, y la empresa Crucero del Norte, con los traslados de los artistas locales.
Escena variada
El escenario del Teatro Lírico se abrió apenas pasadas las 19 con el coro mbyá guaraní Tekoä, de la aldea Pindo Poty, cercana a El Soberbio. Tomados de las manos y haciendo rítmica en el suelo, el grupo de niños y niñas dirigido por Tito Rodríguez entonó canciones que hablan de la belleza de la naturaleza y de que se le devuelva el monte al pueblo mbyá. La presencia del coro llevo a Charo Bogarín a destacar el hecho de que los guaraníes mantienen su cultura viva a través del canto de sus infancias
De la comunidad charrúa Etriek de Villaguay, Entre Ríos llegaron los dúos Seuer Montec y Misión Camila, con ritmos mántricos y cantos celebrando a la luna, a la naturaleza y a la memoria de los pueblos. “Qué valiosos son estos escenarios festivaleros para que podamos expresar nuestra voz. Nuestro territorio sufre en la negación”, dijeron.
El coro Sacham, de El Potrillo (Formosa) puso a cuatro hombres y cuatro mujeres a entonar canciones propias de su cultura, en lengua wichi. En el segmento dedicado al canto andino con caja, cuatro mujeres marcaron la escena: Miriam García, sucesora de leda valladares en el trabajo de recopilación de voces y su puesta en valor; Lorena Carpanchay, la coplera trans que viene desde Cafayate; Andrea Mamondes, desde Amaicha del Valle y Balbina Ramos, bagualera y coplera de Salta. “Celebramos la posibilidad de estar en un teatro, nosotros siempre hemos trabajado ad honorem para la cultura. Solemos cantar para las fiestas o momentos especiales. Nuestros cantos no son tanto para ser aplaudidos, sino para generar una comunicación especial con uno mismo”, explicó Andrea al bajar de escena.
A continuación, Anahí Mariluan trajo el canto mapuche desde una perspectiva renovada, y junto a la tecladista Natalia Cabello entonó temas en mapuzungun o “lengua de la tierra”, logrando crear un clima ceremonial en la sala.
El cierre fue con la banda intercultural, los ya reconocidos Ha´e Kuera Ñande Kuera, que quiere decir “Ellos / Nosotros”, haciendo alusión a la fusión de músicos que tiene la agrupación. Juan Luis y Fabián -AKA Mbareté y ReKové Rap- tiran rimas furiosas defendiendo su entorno ante la opresión capitalista que se lleva sus ríos, su monte, su cultura, todo secundado por una banda de súper funk integrada por un seleccionado de músicos de diferentes estilos, pero altísima calidad.
Así concluyó la segunda edición del Festival de Arte Sonoro Indígena, una amalgama de culturas vivas que solo requieren espacios de visibilidad para demostrar su relevancia. Como señalaron la mayoría de los artistas que se presentaron en el escenario durante ambos días, “la música transmite, sana y enseña”.
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