Estos días hemos celebrado un acontecimiento importante para la Iglesia, la «Solemnidad de todos los santos» y, al día siguiente, la «Conmemoración de todos los fieles difuntos». En estas dos celebraciones la Iglesia tiene presente a aquellos que han partido a la Casa del Padre. En el caso de los santos, son aquellos varones y mujeres que, como nosotros, experimentaron el llamado a la santidad y buscaron responder cumpliendo la voluntad de Dios en sus vidas. Varones y mujeres con nuestras mismas fragilidades y búsquedas, que la Iglesia, con la potestad de «las llaves» los ha declarado santos.
Ellos son miles, a algunos los conocemos. A ellos les imploramos que, en la Casa del Padre, donde están, intercedan ante Él por nosotros y por nuestras peticiones. Al día siguiente hemos rezado por todos los difuntos. Miles de personas han rezado en los cementerios y en las Iglesias, por sus seres queridos.
En esta reflexión dominical queremos subrayar la necesidad de recordar que todos estamos llamados a la santidad. Por ahí, equivocadamente podemos creer que la santidad es un llamado privilegiado para algunos. O bien, erróneamente pensamos que los santos fueron varones o mujeres que se caracterizaron solo por realizar grandes milagros y ser personajes cuyas vidas fueron siempre extraordinarias. En realidad, la santidad es un llamado para todos que debe ser asumido en la vida diaria, en cada opción, en la cotidianidad.
Es cierto que, aunque sabemos de la universal vocación a la santidad en la Iglesia, los contextos de nuestro tiempo hacen que las palabras «santidad» o «virtud», entre otras, tengan poca presencia en nuestra vida y en los nuevos espacios tecnológicos del mundo globalizado. Sin embargo, la virtud y la búsqueda de la santidad, que procuran tantas personas, aun con dificultades, hace que descubramos signos de esperanza.
Tenemos que dar gracias a Dios porque en estos años hemos experimentado la gracia de contar con nuevos beatos y santos argentinos que se constituyen en modelos y ejemplo para animar la acción evangelizadora de la Iglesia. Ninguno de ellos la pasó fácil. De diversas maneras vivieron y asumieron la Pascua del Señor. Entre ellos, quiero resaltar la reciente canonización de Santa María Antonia de San José, más conocida por todos como «Mama Antula». Ella, una mujer laica nacida en Santiago del Estero que vivió a fondo la vocación bautismal de anunciar a Jesucristo, viajando por distintas ciudades, promoviendo y organizando los ejercicios espirituales con miles de asistentes y marchas evangelizadoras.
También quiero agradecer a Dios la beatificación del cardenal Eduardo Pironio, un pastor con una profundidad espiritual destacada y un gran compromiso con la evangelización. Tanto bien nos hacen estos varones y mujeres para ayudarnos a asumir un compromiso cristiano valiente, pascual, que ame hasta dar la vida en nuestros días. Como otros tiempos, el nuestro también tiene cruces. Pero en ellos, en los santos, nos animamos a ser testigos pascuales de la esperanza.
También el próximo domingo 17 de noviembre, como todos los terceros domingos de noviembre, celebraremos una nueva peregrinación a Loreto, en donde tendremos especialmente presente la memoria de la evangelización realizada por muchos hace varios siglos, especialmente a nuestros santos Mártires de las Misiones que, con su vida y su sangre entregada en la misión por anunciar a Jesucristo, nos permiten asumir los desafíos presentes. La Iglesia en Misiones, con la fuerza y el gozo de vivir inserta en el corazón de las antiguas Misiones jesuíticas, es heredera del espíritu que animó a los misioneros a evangelizar los pueblos indígenas, y que se testimonia en las reducciones dispersas en su territorio.
En estas tierras han plantado el Evangelio hombres y mujeres que vivieron la santidad, entre ellos san Roque González, san Juan del Castillo y san Alfonso Rodríguez, los Mártires de las Misiones. Ese día suspenderemos todas las misas del domingo por la mañana para ir caminando, en bicicletas, autos y colectivos, y reunirnos y celebrar juntos a las 9 hs. la misa central en el Santuario de Loreto.
¡Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ
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