
En la política argentina, cada semana parece un ensayo de caos. Pujas de poder, declaraciones que se convierten en titulares y se olvidan en horas, errores no forzados y mucha pirotecnia mediática. En ese contexto, Misiones se mueve como un laboratorio silencioso, donde los resultados no se miden en gritos ni en operaciones, sino en decisiones concretas, en leyes que cambian el ecosistema local y en gestos institucionales que hacen visible lo que en otras provincias queda en la retórica.
Oscar Herrera Ahuad abrió la semana con un gesto que revela la diferencia entre gobernar y hacer campaña: defender la salud y la educación públicas no es solo un acto de política territorial, es un recordatorio de que los derechos básicos siguen siendo terreno de disputa. El veto presidencial a universidades y al Hospital Garrahan no es un ajuste administrativo, es un intento de redefinir prioridades nacionales. Herrera lo puso en términos claros: no se trata de presupuestos, se trata de futuro. Y en política, no hay gesto más político que defender lo que permite proyectar futuro. Porque gobierne quien gobierne, hay cosas que los argentinos no vamos a negociar.
Lo que ocurrió después en el Congreso no es menor: los diputados nacionales de la Renovación de Rovira votaron contra el veto, marcando que Misiones no se deja marear por la agenda central ni por los cambios de humor del poder. Passalacqua celebró, pero no se trató de un acto ceremonial: hay una coherencia interna que pocas veces se ve en la Argentina actual, donde los bloques cambian de postura como el viento. Esta coherencia, que combina gestión con política, marca una diferencia estructural: Misiones no solo reacciona, planifica, y lo hace en concordia.
La gestión provincial complementó el gesto con medidas locales. Programas como “Ahora Interpymes” o “Ahora Remedios” muestran que atender la coyuntura económica no requiere sacrificios retóricos: requiere sensibilidad social y creatividad administrativa. El Mercado Central se transformó en un ejemplo tangible: cámaras de frío para productores, centro de monitoreo, infraestructura de servicios. Cada acción es un mensaje silencioso: invertir en la base productiva es invertir en resiliencia de Misiones.
En el plano institucional, las Jornadas Nacionales e Internacionales de Ministerios Públicos en Puerto Iguazú revelan otra dimensión: la política también se mide en autonomía y fortaleza institucional. Passalacqua no habló solo de obras de infraestructura, habló de justicia. Y es ahí donde se ve la diferencia entre la administración de recursos y la construcción de confianza. La infraestructura de la felicidad no se limita a servicios básicos; también se construye con instituciones capaces de responder y sobre todo, de sostener el Estado de derecho.
La sanción de la ley de chacras multiproductivas es, creo yo, el ejemplo más nítido de esta combinación entre visión y acción concreta. Es una ley que articula diversificación productiva, innovación tecnológica, sostenibilidad ambiental y apoyo social. Misiones se posiciona así como laboratorio de políticas de largo plazo, mientras en el centro del país la política sigue atrapada en debates de urgencia y cortoplacismo. La pregunta que surge es inevitable: ¿cómo puede una provincia casi periférica, con recursos limitados, que decide no devastar los recursos naturales para ganar dinero hoy, sino protegerlos para vivir mejor hoy, mañana y siempre; mostrar niveles de innovación política que la el país central solo ensaya en papers de think tanks pedorros hechos a medida de los partidos de los gobiernos de turno o, a veces y con mucha suerte, algún programa piloto?
Más allá de nombres y gestos individuales, lo que esta semana mostró Misiones es un patrón: combinar sensibilidad con firmeza, gestión con política, estrategia con improvisación mínima. Herrera, Passalacqua, Rovira y Romero Spinelli no son héroes de un relato: son piezas de un tablero que funciona con lógica definida a priori. No se trata de lealtad ni de obsecuencia, sino de ver que una política coherente y sostenible no es un acto de fe: es un acto de inteligencia.
En un país acostumbrado al ruido y la fragmentación, Misiones propone un contrapunto. No es perfecto ni pretende serlo. Su fuerza está en planificar, ejecutar y sostener un marco institucional que otros llaman “ejemplo”, pero que es, en realidad, un laboratorio de futuro. Y en política, planificar futuro sigue siendo la forma más hermosa y responsable de desafiar el presente.
por Diego René Martín
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