Desde el Ministerio de Salud Pública de Misiones compartiremos con ustedes un ciclo de entrevistas y relatos de Promotores de Salud, que trabajan día a día en toda la Provincia previniendo, promocionando y controlando la salud de los misioneros.
En esta oportunidad traemos 3 historias de Promotoras de Salud que nos cuentan sus experiencias de trabajo. Ellas son: Grisel Giménez del CAPS Tacurú; Griselda Contreras del CAPS 5 Yacyretá de Posadas, y Graciela Moreira de la comunidad Mbororé de Puerto Iguazú.
“Lo más gratificante de ser promotor de salud es que nos vamos con las manos llenas de vivencias”, Grisel Giménez trabaja hace 10 años como promotora de salud en el CAPS N°28 Tacurú de Posadas.
“El promotor de salud es casi un profesional, porque tenemos capacitación y base de conocimiento para realizar diariamente nuestras tareas asignadas, además somos el primer contacto con la comunidad, con el grupo y la familia”.
Una de las tareas de Grisel “es indagar signos, síntomas y realizar derivación al centro de salud si es necesario. Trabajamos con los programas para promover y promocionar la salud para que la población y grupo familiar ejerza mayor control de su salud y pueda mejorar su estilo de vida”.
La capacidad de trabajar en equipo resuelve muchos problemas. “Nuestro trabajo es multidisciplinario, trabajamos en equipo, si no hubiera equipo no se podría llegar a buenos resultados para solucionar los problemas de salud”.
El aporte de cada uno, de cada disciplina muchas veces resuelve los problemas y las necesidades menos pensadas, sobre todo en salud que muchas veces no puede esperar las soluciones que vienen de afuera.
Muchas veces el promotor de salud siente la carga social de cuidar de la salud de su comunidad, de su barrio. “Pero también cuando ya no está en sus manos resolver ciertas situaciones se siente desvalorizado socialmente y hasta a veces laboralmente”.
“En muchas oportunidades la gente no se da cuenta de su trabajo, de lo que es caminar con calor, frío, lluvia o barro para ir a visitar un domicilio, para llevarle las vacunas a un niño o a un bebé. Y cuando llegamos a la casa del vecino trayendo cosas buenas no le quieren vacunar o no se quieren atender, o no cumplen con los turnos que tanto nos costó conseguir, muchas veces priorizamos la necesidad de la gente antes que la nuestra o de nuestras familias”.
“En todo este tiempo aprendí a no darle importancia a esas cosas, porque siempre hay que sacar lo positivo de todo los que nos pasa en el día a día y estoy muy agradecida de haber conocido en esta labor a personas muy capaces y muy buenas que me enriquecieron con sus conocimientos, que me han enseñado muchísimo a lo largo de los años”.
“Lo más gratificante de ser Promotor de Salud es que nos vamos con las manos llenas de vivencias, palabras y muestras de efecto. El 21 de septiembre del 2017 viví una experiencia que nunca pensé vivirla. Salvé la vida de un bebé de tan solo 1 mes y medio que se bronco aspiró. Ver los ojos de una madre agradecida por haber salvado, atendido y contenido, esos son momentos que hacen nuestra carrera sanitaria gratificante emocionante y sobre todo
humana. Por lo tanto, ningún aspecto negativo puede compararse con lo que se siente en
ese momento”, finalizó Grisel Giménez.
“En el ámbito de salud aprendí a escuchar, ponerme en el lugar de la otra persona y valorar lo que tengo”
Griselda Contreras: tiene 37 años y hace 9 meses que trabaja como promotora de salud en el CAPS 5 de Yacyretá. “Trabajo cuatro horas diarias, hago peso, talla para las consultas médicas y luego salgo a terreno tratando de brindar ayuda a la gente con mucho amor”.
“Ser promotor de salud es una beca de estudio pero también una vocación, donde te debe gustar o estar dispuesta a ir aprendiendo a entender a la gente, como se expresa, cuáles son sus costumbres. En el ámbito de salud aprendí a escuchar y ponerme en el lugar de la otra persona y en el ámbito humano aprendí a valorar más lo que tengo y compartir con mi prójimo, cuando uno sale a hacer terreno se ve mucha necesidad en la calle, nunca me imaginé, pero cuando ingresé me pregunté si iba poder hacerlo, si iba poder lidiar todos los días con esta realidad y gracias a mis compañeros promotores, Paola, Marta e Ivón lo superé y me encanta mi trabajo”.
“Ser promotora de salud es un constante aprendizaje tanto de teoría como de experiencias reales con el otro, con el ser humano, con el vecino, con el aldeano….”
Graciela Moreira trabaja hace 15 años en el CAPS Mbororé de Puerto Iguazú.
“Ser promotora de salud es los más lindo que hay, yo aprendí una lección de la vida y es real no es teoría. Durante todos estos años he vivido emociones, desilusión, digo esto porque he visto niños/as como se nos van en nuestras manos, o sea como se mueren y adultos también a mí me duele en el alma. En salud los problemas son complejos muchas veces hacés mucho más de lo que podés, pero no podés evitar que se mueran o que se enfermen”.
“El trabajo en la aldea, en la comunidad o en el barrio es un constante abanico de diferentes emociones y sentimientos que te brinda esa realidad. Mi emoción pasa porque cuando veo a los chicos estar sanos y crecer con amor, con buena atención de parte del médico, de la familia, etc.. Y en cuanto a salud pública, las capacitaciones que nos brindan son excelentes, aprendimos muchas cosas que llevamos a la aldea y nos ayudan a prevenir y curar enfermedades de nuestra gente, como promotora de salud no tenemos horarios, ni feriados, ni lluvia, ni frío, ni calor, así brindamos atención en la comunidad a nuestras gentes, sobre todo por las distancias donde está el hospital, es el
promotor de salud al que buscan para resolver algunas cuestiones sanitarias de urgencia y hay que estar”.
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