Construida en el siglo XIX, te presentamos la historia y la devoción que han confluido en este espacio a lo largo de los siglos.
La majestuosa Catedral “San José” de Posadas, también conocida como “Iglesia Matriz”, es un verdadero tesoro histórico que se remonta al siglo XIX, enraizado en la evolución y el progreso de la ciudad de Posadas a lo largo de los años.
Un legado de historia y origen: Esta imponente catedral surgió a través de una iniciativa municipal en 1872, con la noble misión de dotar al pueblo de un templo. Tras una conmovedora gesta de recaudación de fondos y el beneplácito eclesiástico, la construcción comenzó en 1876. La mensura inicial de Posadas se realizó en 1871, y la ubicación original de la plaza principal correspondía al área donde hoy se encuentra la Escuela N° 4. Se cree que había una capilla en el lugar donde hoy está la Catedral San José. Cuando se formó el primer Consejo Municipal, se reservaron cuatro cuadras frente a la plaza principal para edificios públicos, lo que incluía la construcción de la iglesia.
Fieles cuidados y transformaciones:
A lo largo de su historia, la Catedral ha resistido embates naturales, como la tormenta que desplomó una de sus torres en la década de 1880. Sin embargo, gracias a la devoción y el esfuerzo de la comunidad, se llevaron a cabo reparaciones y modificaciones para preservar la integridad de este templo, manifestando así un cuidado reverente por su patrimonio.
En 1898, se barajó la posibilidad de edificar una nueva iglesia, cristalizada en 1904, con el respaldo del gobernador. En la década de 1930, con el aporte del arquitecto Alejandro Bustillo se llegó al proyecto final y el edificio tomó la arquitectura que conocemos hasta la fecha.
Un espacio de generosidad y devoción:
Durante los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, se llevaron a cabo generosas donaciones destinadas a enriquecer el interior del templo, incluyendo un precioso reloj y un espléndido altar del Sagrado Corazón. Estas ofrendas reflejaron el amor y la entrega de la comunidad hacia su catedral, constituyéndose como símbolo de unidad y fe.
Cambios litúrgicos: Después del Concilio Ecuménico de 1964, la catedral experimentó transformaciones litúrgicas significativas que moldearon su interior. La simplicidad y la pureza pasaron a reinar, con la retirada de ornamentos decorativos y la adaptación a nuevas directrices eclesiásticas, evidenciando la plasticidad y la vitalidad espiritual de este venerado lugar.
Así, la Catedral San José no solo es un edificio religioso; es un testimonio viviente de la fe, la comunidad y el rico legado cultural de la ciudad. Su historia narrada a través de los siglos es un reflejo de la idiosincrasia local, la devoción y el desarrollo de la capital misionera.
Prensa HCD
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