Yolanda de Matos, oriunda de Posadas, es otra de las tantas mujeres que se animaron a superar los obstáculos y los estereotipos sociales para transitar por el camino del emprendedurismo. Con esta decisión, logra cada día sostener la economía de su hogar, tejer redes con otras trabajadoras y transmitir lo que sabe a través de capacitaciones que brinda.
Yolanda se dedica a decoración de eventos sociales y a lo artesanal desde el reciclado. Con diferentes materiales que a diario son desechados en los hogares, fabrica verdaderas obras de arte: cajas de té, bolsos materos, cuadros, lámparas, jarrones, entre una gran diversidad de productos. Desde hace cinco años, se encuentra en el sector Varios del Mercado Concentrador Zonal de Posadas, que depende del Instituto de Fomento Agropecuario e Industrial (IFAI). Este espacio le dio visibilidad, hacer nuevos contactos y tener un lugar donde compartir con otras emprendedoras.
El camino no fue sencillo. Yolanda relató que comenzó con esta tarea en 2005. Era ama de casa, no tenía trabajo pero decidió estudiar. “Me formaba a escondidas porque mi pareja en ese momento no me permitía ni estudiar ni trabajar. En 2009 me animé y me largué a trabajar con esto. Hoy tengo el taller en mi casa, trabajo sola y vivo de lo que hago”, relató.
Lo novedoso en todo el arte que genera esta emprendedora es el uso de tinte natural de corteza de árboles en sus creaciones. A través de esta técnica que le enseñó su padre, y que Yolanda pretende patentarla, logra sacarle color a la naturaleza y ponerla en sus productos. “Para Misiones es una novedad. Estuve en varias localidades, como Montecarlo, Puerto Rico, Dos de Mayo, San Vicente y San Pedro, brindando capacitaciones sobre el tema y la técnica de extracción. A la gente le gusta, más que nada a los que trabajan en madera”, expuso.
En cuanto a las especies que utiliza, Yolanda indicó que hay árboles como el mango que son muy útiles para teñir y proteger la madera. También comentó que el tinte natural es simple de extraer: las cortezas más sencillas son las del mamón y la ortiga, se hierve, se escurre y se cuela. Las cortezas hervidas pueden servir, además, para fabricar papel.
“Nada se desecha. Se pueden hacer anotadores y pantallas, entre otras cosas. También trabajo con otros materiales como diarios, aserrín, madera, las bandejas de telgopor. Es un trabajo súper relajante. Cuando no estoy bien, me vas a encontrar en el taller, con los pinceles, ese es mi mundo”, expresó Yolanda, quien cuenta su historia de vida como un ejemplo, donde tomar la decisión, vencer los miedos y salir adelante, es posible.
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