Adriana Ramírez, tiene 38 años y es trabajadora del Hospital SAMIC Nivel III de Oberá. A lo largo de su vida, ha enfrentado desafíos que le han permitido crecer tanto personalmente como profesionalmente. Hoy, quiere compartir su historia al Proyecto de Mujeres en Acción Guacurarí, la cual está llena de sacrificio, esfuerzo y gratitud.
Comenzó su carrera obteniendo el título de Técnica Extraccionista y Secretariado Administrativo. Su primer empleo fue en el laboratorio del hospital SAMIC, donde desempeño funciones en ambas áreas. A lo largo del tiempo, ha logrado avanzar en el ámbito laboral y, hoy en día, se desempeña como administrativa en otro sector, cubriendo a una compañera que está de licencia.
Mi mamá, Rosa Ramírez, ha sido una figura fundamental en mi vida. Aunque mi padre nunca estuvo presente, mi madre siempre hizo todo lo posible para brindarme lo necesario: un lugar donde vivir, comida, vestimenta y, por supuesto, educación. Ella pasó por muchas dificultades, pero nunca dejó que me faltara nada.
Con mucho esfuerzo, terminé la primaria en la escuela N°687 con un promedio de 8.75 y la secundaria en el BOP N° 3 con un promedio de 8.55. A lo largo de todo ese tiempo, su mayor motivación fueron sus dos hijas: una de 17 años y la otra de 8 años. Ellas son el motor de su vida, son mi razón para seguir adelante, incluso cuando las circunstancias eran adversas.
En un momento de su vida, las cosas no fueron fáciles. Con dos niñas a su cargo, sin trabajo fijo y sin el apoyo del padre de mis hijas, la situación era muy difícil. Sin embargo, nunca dejé de luchar. Busqué empleo en todos los lugares posibles, pero no encontraba trabajo hasta que supe que en el hospital de Oberá buscaban personal para limpieza. Con pocos recursos y sin dinero suficiente para el pasaje, tomé una decisión que cambiaría mi vida.
Recuerdo que esa mañana, después de recibir la noticia sobre la entrevista, no tenía cómo llegar. En ese momento, un remisero llamado Aranda (no recuerdo su nombre completo, solo lo conocía por ese apellido) me ofreció llevarme. Le expliqué mi situación y le prometí que, si conseguía el trabajo, le pagaría el viaje doble. Él aceptó, y fue una bendición porque me llevó a tiempo. Gracias a esa oportunidad, conseguí el trabajo y, una vez cobré, cumplí mi promesa y le pagué el viaje.
En ese tiempo, también conté con el apoyo incondicional de la señora Bety Maidana, quien me levantaba a las 5 de la mañana para llevarme al hospital para que pudiera cumplir con mis horarios de trabajo, ya que no había colectivos. Su ayuda fue invaluable.
La pandemia fue otro gran obstáculo en su vida. Justo había comenzado a estudiar para ser extraccionista en Puerto Rico, ya que en Oberá no se ofrecía la carrera. Durante ese tiempo, la movilidad era limitada y, debido a la pandemia, tuve que quedarme en Oberá lejos de sus hijas, quienes estuvieron bajo el cuidado de su mamá. Durante cuatro meses no pude verlas, hasta que conseguí un permiso para viajar.
Sin embargo, siempre hubo personas dispuestas a brindarle su apoyo. Cuando terminó sus estudios, presentó sus papeles y espero el título. La Dra. González, jefa de laboratorio, vio mi esfuerzo y me pidió que armara una carpeta con todos mis documentos. A pesar de ser solo personal de limpieza en ese momento, me ofreció la oportunidad de pasar a ser su secretaria. Fue un logro inesperado para ella, se sintió muy agradecida y motivada.
Hoy en día, sigue capacitandose. Actualmente estudia Técnico Auxiliar en Bacteriología, Micología y Enfermedades Infecciosas. Su pasión por el laboratorio nació de la mano de la Dra. Claudia, quien le enseñó mucho de lo que sabe hoy y siempre creyó en ella. Gracias a ella, entendió que no debía conformarse, que podía luchar por algo mejor.
Aunque en este momento se encuentra en otro sector del hospital, cubriendo una licencia, mi corazón está en el laboratorio. Estoy contando los días para volver a mi verdadera vocación. Es la prueba de que los sueños no tienen fecha de vencimiento y que con esfuerzo, fe y la ayuda de otros, todo es posible.
Gracias a todos los que le ayudaron en el camino y a Dios, que siempre me dio fuerzas para seguir adelante. Finalizó Adriana.
Sandra Krzcezkowski – Radio del Mercosur 93.7
Proyecto Mujeres Guacurarí en Acción
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ
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