
Todo comenzó con una frase que, lejos de desanimarla, la convirtió en el motor de su vida. En una práctica de la carrera de Guía de Turismo, Avelina Vizcaychipi incluyó en sus palabras a Apóstoles, la capital de la yerba mate. Su profesora la escuchó con atención y luego le dijo: “Serás una excelente profesional, pero en tu ciudad no vas a poder vivir de esto; necesitás un lugar con verdadero flujo turístico”.
Ese comentario fue la chispa que encendió un fuego imposible de apagar. “Ese fue el desafío de mi vida”, confiesa hoy. Y lo que parecía un límite terminó siendo la razón para levantar los cimientos de un sueño que atravesó fronteras y que se transformó en una misión personal y profesional: demostrar que Apóstoles podía ser reconocida en el mundo a través del turismo, la cultura y el mate.
Se formó en Europa, conoció de cerca el turismo de masas y trabajó en Puerto Iguazú junto a grandes empresas, como la de Charles Irala, a quien considera un maestro. “Siempre le hablaba de mi ciudad, hasta que un día me preguntó cómo pensaba iniciar allí. Le respondí que quería dar a conocer nuestro turismo, nuestra cultura y el título de capital del ‘oro verde’”. Cuando le preguntaron cómo lo lograría, su respuesta fue clara: “Empezaré en los medios de comunicación”. Así nació Cachapé Viajero, su proyecto más querido, que comenzó con el apoyo de algunos auspiciantes y se transformó en un puente para mostrar la riqueza de su tierra.

Los años la fueron llevando a concretar ideas que parecían muy difíciles. Entre ellas, su libro Cuentos infantiles de la yerba mate, que se convirtió en un pilar en su carrera; o el proyecto que declaró a Apóstoles como “Ciudad de la Semana Santa y el Pesanké”, fruto de años de trabajo y perseverancia. Otro gran logro fue el “Camino Mesopotámico”, que une Misiones, Corrientes y Entre Ríos bajo un mismo hilo conductor: San Martín y la yerba mate.
Con la misma pasión trabajó en la Casa del Mate, para que funcione como centro receptivo turístico. El nombre fue idea del ingeniero Raúl Escalada, y gracias al talento del artista Sergio Brua, pudo sumar el monumento al mate frente al lugar. “Ese fue el toque final perfecto y el inicio del Mate-Tour, el gran producto apostoleño que pude darme el lujo de dejar instaurado”, relata con orgullo.
Los honores no tardaron en llegar, tanto en el país como en el exterior (uno de esos tantos méritos fue un reconocimiento de la ONU). Para Avelina, esos premios son “un mimo” y un recordatorio de que el esfuerzo deja huella. “Muchas veces el ideólogo o gestor principal queda en la sombra porque los proyectos son para el pueblo y no tienen fines de lucro. Por eso, cuando llegaron los reconocimientos provinciales, nacionales o internacionales, sentí mucha honra. Son una caricia al alma y a la constancia”, dice.

Pero si hay un capítulo que la marcó de manera personal, fue el de ser madre. “Cuando nació Tomás hice una pausa y creí que no podría ser profesional en turismo y madre a la vez. Luego seguí y logré unir ambas cosas. Cuando nació Santiago, aprendió a caminar entre las pasarelas del Parque Nacional Iguazú, tomaba su leche en una lancha en los Esteros del Iberá o en Moconá, y conoce más de yerba mate y reducciones jesuíticas que cualquiera”, cuenta entre risas y emoción. De esa experiencia nació Colores Misioneros, el producto infantil de Cachapé Viajero, pensado para transmitir la cultura y el turismo a las futuras generaciones.
Hoy, con más de 20 años dedicados al rubro turístico, Avelina sigue sintiendo que esto no es solo una profesión: “Para mí, el turismo es más que una vocación, es una pasión, es un modo de vida. Mi modo de vida”.

Y aunque reconoce haber dejado gran parte de su vida en este camino, asegura que todavía tiene miles de sueños por concretar. Su mayor motivación es la gente: esa comunidad que la sigue, que le pide consejos, que se siente parte de su recorrido. “Cuando empecé no existía una base en lo mío, hoy la base está, y hay nuevas generaciones que realmente aman también todo esto. Si unimos fuerzas, podremos concretar desafíos más grandes, siempre apuntando a un turismo sustentable, exclusivo y de calidad, que es lo que el mundo necesita”.
Avelina Vizcaychipi es la prueba viva de que un comentario que parecía un límite se puede transformar en desafío. Su vida es el reflejo de una convicción: que el amor por el pueblo, la cultura y la yerba mate son capaces de abrir caminos insospechados. Y que cuando el trabajo se hace con pasión, el turismo deja de ser una profesión para convertirse en una misión de vida.

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