Así resume el ingeniero agrónomo Matías Bazila, del área Técnica del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), al hablar hoy, Día Nacional del Suelo, sobre la importancia de aplicar prácticas para evitar la erosión.
“La yerba mate fue el primer cultivo de Misiones, primero con los Jesuitas y luego a principios de 1900, son muchos años de uso de suelo y por su puesto son muchos los estudios que evidencian la pérdida de fertilidad, por eso desde el INYM promovemos la plantación en curvas de nivel, la incorporación de cubiertas verdes tanto en invierno como en verano, como las leguminosas que fijan nitrógeno; mantenerlo siempre cubierto con material orgánico seco o verde, y no quemar la biomasa, además de hacer un control natural de malezas y plagas; todo eso contribuye a disminuir la temperatura en el suelo, facilita la infiltración y retención de agua de lluvia y, claro, mejora las propiedades físicas, químicas y biológicas, evitando la erosión”, destacó el técnico. “Cuidar la tierra es una necesidad, un imperativo ya que de eso depende una buena cosecha, y lo mejor es que las prácticas para lograrlo son accesibles para todos”, agregó.
Las primeras plantaciones de yerba mate y prácticas de uso de suelo se realizaron en San Ignacio a partir de 1903, dirigidos por el ingeniero agrónomo Pablo Allain, en tierras de la firma la firma Martin y Cía. Luego se sumarían más emprendedores y para 1919, de acuerdo al censo de yerbales del Ministerio de Agricultura de la Nación, el establecimiento Santa Inés, del español Don Pedro Núñez, en Posadas, lideraba en superficie cultivadas: 800 hectáreas; le seguían el establecimiento La María Antonia, de los Herrera Vega, con 750 hectáreas; Martín y Cía, propiedad del suizo Jules Ulyses Martín, con 650 hectáreas, y en cuarto lugar, Allain, de La Plantadora de Yerba SA, con 577 hectáreas, estos últimos en San Ignacio.
Pasaron más de 100 años de aquellos primeros cultivos; actualmente la yerba mate está extendida en toda la región de la tierra colorada, en Misiones y norte de Corrientes, y es el producto más emblemático por sus componentes sociales, culturales y económicos. “La verdad es que el suelo, para nosotros quienes vivimos aquí, no es sólo la base en la producción, es también identidad, es la propia historia”, reflexionó Bazila.
En esa misma línea, recordó que uno de los inmigrantes, Alberto Roth, aprendió y nos enseñó sobre cómo cuidar el suelo observando la relación estrecha entre la tierra colorada y las plantas de yerba mate. Roth, radicado en Santo Pipó, Misiones, fue reconocido como el “Mejor conservacionista al Sud del Río Grande” por Hugh Hammond Bennett, el científico de trayectoria mundial que dio origen a la fecha conmemorativa.
Prensa INYM
Edición: Nahuel Centurión
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