El origen del complejo edilicio que hoy es tan valioso a la cultura misionera data de 1920 y de 1935 la parte más alta, construida por orden de la empresa yerbatera Heras y Heras. Luego pasó de mano en mano… hasta que en 1988 lo adquirió la Provincia, para generar en esa esquina un polo cultural, en tiempos en que el arte no tenía muchos espacios donde expresarse.
Este 18 de mayo celebra 29 años en un contexto muy particular, pero sin olvidar su compromiso con las artes.
Historia de un edificio
El origen de todo el complejo edilicio se remonta a 1920, cuando dos conocidos empresarios yerbateros, Manuel Heras Martín y Miguel Heras Puerta, titulares de la firma Heras & Heras, deciden instalar sus oficinas y depósitos yerbateros en una zona de fácil acceso a sus actividades comerciales. Para ello, encargan el proyecto y construcción de la parte más antigua del edificio a Walter Rathhof (actual archivo del Tribunal de Cuentas).
Pasaron los años y en 1934, cuando el renglón básico de nuestra economía, la yerba mate, se encontraba en plena expansión, resuelven ampliar sus instalaciones, y se lo encomiendan a Angelo Mazzanti. El inicio de la obra preveía únicamente el depósito de planta baja y sanitarios, pero al ver sus dueños el proyecto en ejecución, deciden encarar la construcción de un primer piso y otro más, destinado a oficinas administrativas. De los relatos de Mazzanti se desprende el hecho de ir gradualmente reforzando la estructura a medida que se amplía el proyecto original, que, aún así, se termina en menos de un año. En la construcción se utiliza mano de obra especializada traída de Italia, como el albañil Antonio Mazzolini.
Cuentan que su alta torre se divisaba ya desde la Bajada Vieja, lugar donde antes estaba emplazado el puerto de la ciudad de Posadas. Justamente era esta construcción tan alta la que cumplía las necesidades para el acopio de yerba, que es voluminosa pero liviana y por eso se guarda en altura.
En 1946 la propiedad es adquirida por la firma comercial SAIFI, dueña del establecimiento yerbatero Flor de Lis. Sus dueños van a dar escasa utilidad a las oficinas, aunque los depósitos seguirían albergando yerba mate hasta 1951, fecha en que el edificio fue adquirido por la firma Juan Carlos Bonetto Representaciones, que con urgencia debía desalojar su negocio de Colón y Santa Fe, expropiado por el Gobierno Nacional para erigir allí la Unión Telefónica.
La transacción comercial es rápida, simple y directa; el 1º de julio del mismo año empieza a funcionar en el lugar la
nueva firma comercial, con los locales totalmente remodelados y adaptados a su actividad. Los depósitos yerbateros cambian de función, destinándose a almacenaje de mercaderías varias.
Entre 1966 y 1971, las instalaciones son alquiladas por “Molinos Río de la Plata”, empresa productora y distribuidora de sustancias alimenticias de reconocida trayectoria en el medio. Posteriormente vuelven a manos de la familia Bonetto hasta fines de 1975. A partir de esa fecha, la propiedad es adquirida por la Provincia a través de una licitación pública. Desde entonces, una parte es utilizada por el Tribunal de Cuentas, mientras que “el edificio alto”, como se lo denominaba, estaba subutilizado.
Un destino diferente…
Pero su destino sería otro: Desde el 88, la provincia buscaba «saldar su deuda con la cultura misionera», dándole un lugar físico. Se pretendía un edificio que reuniera las características de un teatro, con buena acústica, y en el que el equipamiento tecnológico cumpliera un papel complementario. La esquina de General Paz y Belgrano era lo ideal…
Fue en el gobierno de Julio César Humada que se tomó la decisión de refuncionalizar ese espacio, para convertirlo en un centro cultural. Sobre el proyecto del arquitecto Fernando Benítez y sugerencias escénicas de José Luis Larzábal (compositor creador y director de la “Cantoría de las Misiones”), las obras civiles de refacción comenzaron en setiembre del 90, finalizando en diciembre. Las mismas se llevaron a cabo con aportes de Papel Misionero al Gobierno Provincial. La inauguración oficial de la casa se haría el 18 de mayo del 91, siendo Humada el gobernador de la provincia y María Irene Cardoso la referente del área de Cultura a nivel provincial.
El Centro Cultural se inauguró con el nombre de “Misiones” y durante sus primeros 13 años fue para todos “el CCM – el cecé eme”. Sin embargo, en el gobierno de Carlos Eduardo Rovira y bajo la gestión de Isaac Sevi como subsecretario de Cultura de la Provincia, pasó a tener el nombre de Vicente Cidade, que hasta hoy detenta. El
nombre evoca la figura del querido músico misionero, apodado “Zorzal misionero”, fallecido en julio de 2005.
El Centro Cultural fue prontamente adoptado por los artistas, como un lugar para desarrollar cursos o mostrar su arte. En la parte superior se encuentra la sala Ermelinda de Oddonetto, dedicada a la danza. Zygmunt Kowalski presta su nombre a la inmensa sala de exposiciones del Centro Cultural. La sala Horacio Quiroga es la destinada a las artes escénicas, con telones y equipamiento completo para hacer de cualquier velada un momento especial. Esto se completa con el amplio hall de acceso, los baños, camarines y oficinas.
Por otra parte, al cumplir 25 años el Centro impuso el nombre del dramaturgo y director de teatro Ismael Fernández al escenario de la sala Quiroga.
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