La historia de Alba Inés Zamora, nacida en Machagai, Chaco, en 1963, es un ejemplo de vocación, resiliencia y compromiso social.
Desde muy joven se dedicó al arte y a la educación: fue maestra de plástica en escuelas primarias, profesora de Lengua y, más tarde, completó una Licenciatura en Historia en la UNaM. Tras casi dos décadas en Chaco, se trasladó con su familia a Misiones, donde continuó enseñando durante más de 30 años antes de jubilarse.

Su pasión por el arte siempre estuvo presente: “Siempre trabajé pintando cuadros, murales y explorando todas las manifestaciones artísticas”, relata. Pero en 2014, al cumplir 50 años, Alba Inés enfrentó un gran desafío: un diagnóstico de cáncer de mama grado 3. A pesar del impacto inicial, logró superar la enfermedad con tratamiento y acompañamiento, conectándose con un grupo de psicólogas de OncoVida, que brinda apoyo terapéutico y contención emocional a pacientes oncológicos y personas con otras dificultades de salud o familiares.
Impulsada por esta experiencia, Alba Inés creó talleres en Montecarlo, con el apoyo del intendente y un espacio dentro de la Casa de la Cultura local. “Creamos un taller con casi 40 personas, con dos momentos en cada encuentro: un primer momento reflexivo, donde compartíamos información médica y experiencias, y un segundo momento artístico, donde cada persona podía expresarse pintando, bailando folclore, tallando o haciendo cestería”, explica.

El taller incluía además un buzón de inquietudes anónimas, que permitía a los participantes plantear preguntas o conflictos familiares y recibir orientación de la psicóloga de manera confidencial. Con el tiempo, la realidad mostró su lado más duro: de los 40 participantes, siete personas con cáncer fallecieron, y en las etapas finales, Alba Inés visitaba las casas de quienes estaban en estado terminal.
La pandemia trajo nuevos desafíos: las reuniones presenciales se suspendieron, muchos participantes dejaron de asistir, y el compromiso se redujo.
“Se apocó, se achicó muchísimo. Volví a hacer invitaciones, pero a la gente le cuesta mantener compromiso y horarios. Los que les gusta pintar aparecen más, pero lo terapéutico cuesta un poquito más”, cuenta.

A pesar de ello, Alba Inés se reinventó y profundizó su formación: realizó una especialización en arte-terapia, que hoy es el eje central de los talleres. “Es lo que más se trabaja dentro del taller y permite que cada participante encuentre un espacio de expresión, creatividad y sanación”, concluye.
Más de una década después, los talleres de Alba Inés Zamora siguen siendo un espacio de apoyo emocional, creatividad y resiliencia, demostrando que la educación, el arte y la solidaridad pueden transformar vidas incluso en los momentos más difíciles.

Juana Gorczak
Proyecto Mujeres Guacurarí en Acción
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ



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