Ayer domingo se realizó la primera edición del Festival de Coros Infantiles Mbya, la cual se desarrolló en el marco de la séptima feria de artesanía de los pueblos originarios, organizados por el Ministerio de Cultura de la Provincia. Locales y turistas se acercaron al cuarto tramo de la Costanera a escuchar y también a apreciar los trabajos de cestería y talla.
Ante un muy buen marco de público y en una tarde de condiciones climáticas ideales, el domingo se realizó en la costanera posadeña la primera edición del Festival de Coros Infantiles Mbya. Esta una iniciativa del Ministerio de Cultura de la Provincia, que busca poner en valor las expresiones artísticas que laten en las comunidades del Pueblo Mbya en Misiones. El encuentro se llevó a cabo en el marco de la Feria Tembiapó, un espacio en el cual la producción de artesanías elaboradas en diferentes comunidades de la provincia es exhibida y ofrecida al público directamente por sus hacedores.
Tres coros infantiles mbya fueron de la partida en esta primera edición del festival. En primer lugar, se presentó el coro de la comunidad Tavá Miri, que se encuentra ubicada en el municipio de San Ignacio. Luego fue el turno del conjunto infantil de la comunidad Santa Ana Miri, de la localidad Santa Ana, y el coro de la comunidad Takuapi, oriundo de Ruiz de Montoya. El cierre del escenario estuvo a cargo de la Orquesta Folklórica de la Provincia.
Espacio de encuentro entre culturas
«Las ferias Tembiapó, que van por su séptima edición, son un ámbito de encuentro e intercambio entre las artesanas y artesanos mbya y el público, tanto de Posadas como turistas de distintas ciudades que vienen a recorrer la costa. Y este primer festival de coros infantiles viene a sumar una manifestación más de la cultura guaraní, con todo el encanto musical de una expresión coral que forma parte de la vida y la cosmovisión del pueblo mbya», explicó José Báez, director de Artesanías de la Provincia y uno de los coordinadores del evento.
Cada una de las presentaciones de los coros participantes fue acompañada con atención y emoción por un público respetuoso, que pudo disfrutar del canto ancestral y apreciar los saberes musicales del pueblo originario. Todo ello traducido en el uso de instrumentos autóctonos y el despliegue de una sonoridad que denota profundos valores espirituales.
«En nuestra comunidad, aprendemos desde pequeños a respetar nuestra cultura, a conocer nuestros cantos y danzas. Es algo que a todos los niños nos enseñan y que nosotros cuando seamos grandes, vamos a enseñar a nuestros hijos», señaló Abigail (14), integrante de uno de los coros presentes en la primera edición.
El angu’á pú (tambor artesanal), el takuapu (tacuara utilizada como elemento de percusión) y el mbaraka mirĩ (maraca de calabaza) fueron algunos de los instrumentos ejecutados por los coros. «Todos los instrumentos son construidos en nuestras comunidades, con materiales del monte. Son muchos, y se usan en diferentes momentos del canto», detalló Marcelo Villalba, miembro de uno de los coros.
«Este festival llegó para quedarse; es un evento que invita al encuentro y al diálogo intercultural respetuoso», señaló a su vez la subsecretaria de Relaciones Públicas e Institucionales del Ministerio de Cultura, Celina Jedlicka.
De este modo, la primera experiencia resultó más que positiva tanto para el público como para los propios coros, aventurando la pronta continuidad del festival.
Prensa del Ministerio de Cultura
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