
La directora de la EPJA 1485 de Apóstoles destacó el rol social y educativo de las escuelas para jóvenes y adultos, que no solo brindan terminalidad primaria sino también formación laboral para emprender nuevos proyectos.
Desde Apóstoles, en Mujeres Guacurarí en Acción dialogamos con Raquel Ponce, reconocida por su trabajo social en sectores populares de la localidad. Además de su compromiso comunitario, Ponce es docente y, desde hace 17 años, dirige la Escuela para Jóvenes y Adultos (EPJA) N.º 1485, una institución que ofrece oportunidades educativas a quienes no pudieron culminar sus estudios en la edad convencional.
Un trabajo sociocultural que transforma vidas
La EPJA 1485 funciona como escuela núcleo en el barrio Yrigoyen, en la Escuela N.º 86, y cuenta con aulas satélites en el barrio Rural (Escuela 128), en el barrio Estación (Escuela 71) y en el Asilo de Ancianos de Apóstoles.
“Es un trabajo sociocultural muy importante. Muchas personas tuvieron que dejar de estudiar por distintos motivos y hoy tienen la posibilidad de retomar gracias a las políticas provinciales que sostienen la modalidad de adultos con distintos lineamientos”, explicó Ponce.
Actualmente, las EPJA de la provincia reúnen a más de 7.000 estudiantes: unos 2.000 en la educación primaria y cerca de 5.000 en talleres con salida laboral. “Esto permite que mucha gente que trabaja durante el día pueda culminar sus estudios. Es una superación personal, individual, de cada persona que concurre”, afirmó.

Formación para el trabajo y apoyo comunitario
Además de la terminalidad primaria, las escuelas ofrecen talleres que facilitan la inserción laboral y el desarrollo de emprendimientos propios. “Es una realidad que muchas personas, gracias a esta formación, logran emprender. Estoy muy contenta porque nuestros gobernantes siempre nos apoyan en esto”, señaló.
Ponce destacó el aporte de distintas gestiones provinciales y municipales: “Agradezco a la intendenta María Eugenia Safrán, que nos obsequió una amasadora para el taller de cocina, algo imposible de comprar por nuestros propios medios. También al ministro Adolfo Safrán, que nos brindó herramientas para el taller de peluquería: planchita, secador de pelo, tijeras. Siempre necesitamos estas cosas, y el acompañamiento es fundamental”.
El compromiso también es compartido por los docentes. “Mis colegas son excelentes profesionales y personas. Entre rifas y distintas actividades logramos conseguir los materiales que nuestros alumnos necesitan”, agregó.

Una escuela que se convierte en familia
Para Ponce, el mayor valor de las EPJA está en el vínculo que se genera con los estudiantes.
“El vínculo que se crea no se puede separar. Gracias a Dios, nuestras escuelas para jóvenes y adultos son así: una gran familia. Ellos quieren venir porque buscan contención. Tenemos jóvenes, adultos y también personas mayores que aprenden a leer o a escribir su nombre para poder firmar. Es una felicidad y una satisfacción cuando logran su objetivo”, expresó.
Un mensaje para quienes aún no se animan
Ponce cerró con una invitación a quienes todavía no se acercaron a estas propuestas educativas:
“Acérquense a las distintas escuelas que tenemos en toda la provincia. En la nuestra, especialmente acá en Apóstoles, los esperamos. Nunca es tarde para volver a estudiar. Somos una familia y entre todos nos ayudamos, de una manera u otra”.

Proyecto Mujeres Guacurarí en Acción
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ
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