
La confianza se ha convertido en un bien escaso en las sociedades actuales. El descrédito de la política ha generado un clima de desafección sin precedentes entre la ciudadanía, que se ha traducido en elevados niveles de abstención en los procesos electorales del último tiempo.
Vivimos una época en la que una parte importante de la sociedad se ha desconectado de la política. Avanzamos día a día hacia un preocupante descrédito de la política. Cuando hablamos de descrédito, hablamos de la pérdida de confianza y credibilidad que sufre la clase política en estos últimos años. Cuando los ciudadanos desconfían de los gobiernos, la participación política disminuye y al gobierno le resulta difícil imponer la legitimidad y el respeto para gobernar eficazmente.
Hace tiempo que el sistema político argentino no cumple con su función de otorgar legitimidad al poder político, proteger a la población de los crecientes riesgos sociales y consolidar la integración social promoviendo la igualdad de oportunidades a la población. El sistema democrático de nuestro país se ha vuelto un mecanismo caracterizado por la ausencia de moralidad y por la incapacidad para promover el bienestar general. Este mecanismo viene siendo manejado impunemente por un grupo reducido de corporaciones que trabaja para mantener sus privilegios. Son ellos quienes ejercen un verdadero poder fáctico sin haber sido elegidos por el voto popular.
Todo esto se traduce en incertidumbre, perplejidad y temor de la ciudadanía, tanto en el presente como hacia el futuro ¿Por qué decimos esto? Porque en la actualidad el sistema político argentino abandonó su función de protección de la población contra los riesgos que enfrenta en un mundo cambiante y cada vez más incierto. En su lugar, se ocupa de la auto-reproducción y del control del conflicto social. Todo esto no lo hace mediante una práctica participativa, deliberativa y consensuada, sino mediante la imposición de “hechos consumados”, que poco tienen que ver con fundamentos éticos, deberes cívicos, intereses comunes o códigos morales universales en una sociedad cada vez más desigual.
Una de las funciones principales del sistema político democrático, en las complejas sociedades contemporáneas, es proteger a las personas de los crecientes y diversos riesgos sociales. Y esto no debe hacerlo por conductas arbitrarias de líderes con carisma, sino mediante las instituciones democráticas. En lugar de hacer eso, vemos como el sistema político argentino promueve el miedo y la inseguridad como forma de competencia política.
Como prueba, basta con detenerse en las declaraciones de figuras políticas que, desde su posición de poder, amedrentan a la población augurando escenarios violentos si su espacio pierde las elecciones. No hay peor forma de degradación del sistema democrático.
Existe un desencanto en los ciudadanos que se evidencia día tras día, en los medios de comunicación, en las redes sociales y en la calle. En efecto, la incoherencia entre las palabras y las acciones, entre lo que se prometió y lo que se hace, es causa de incertidumbre, desencanto, desinterés y desilusión.
La Argentina se convirtió en un país que parece atrapado en un loop eterno de promesas rotas, polarización estéril y liderazgos que se agotan a la velocidad de la luz.

Desdibujados
La Libertad Avanza llegó al poder con la promesa de un verdadero cambio radical. Lo cierto es que el presente dista mucho de aquella esperanza germinada en más de la mitad de los argentinos: lo que se observa es un país sin rumbo, con una economía muy débil y al borde del colapso y, por si faltara poco, una dirigencia enredada en internas y escándalos. Este escenario contrasta fuertemente con lo que sucede en Misiones, en donde pese a las restricciones presupuestarias y a la asfixia de los recortes de fondos coparticipables que por derecho le corresponde, sostiene un camino de gestión y compromiso con su gente, no solo en la voz sino también en la acción de sus dirigentes, con Oscar Herrera Ahuad a la cabeza.
El candidato libertario en Misiones, Diego Hartfield -ex tenista de ligas menores y broker financiero- es un símbolo de esa decadencia. Su figura se desmoronó desde que salieron a la luz los audios que vinculan a dirigentes nacionales con presuntas coimas y favores políticos, y desde que los propios misioneros vieron de cerca el maltrato de los militantes enviados desde Buenos Aires para que oficien de auditores de las pensiones por discapacidad. Lo que debía ser un proceso administrativo se transformó en una escena de crueldad, desorganización y abuso, con consecuencias dramáticas: personas descompensadas en largas filas bajo el rayo del sol, denuncias judiciales y un clima de indignación social pocas veces visto. Si algo faltaba para incrementar la polémica a estas auditorías plagadas de irregularidades, se conoció la denuncia de un médico oriundo de Pergamino que advirtió que se usó un sello falsificado con su nombre para firmar las constancias que se les entregaba las personas que asistían a las auditorías.
Frente a semejante escándalo, los principales referentes libertarios misioneros brillaron por su ausencia y optaron por esconderse evitando el contacto con los medios de prensa.
Pero el rechazo popular no se limita al escandaloso episodio de las auditorías en Misiones. En los últimos informes y análisis de opinión pública se refleja una creciente percepción por parte de la sociedad de que el Gobierno Nacional carece de un plan. La inflación vuelve a mostrar indicios de aceleración, el dólar se ha vuelto indomable, convirtiéndose en termómetro de la incertidumbre reinante, y la motosierra continúa golpeando a los sectores más débiles: jubilados, discapacitados y trabajadores. Mientras todo esto sucede, los beneficios se concentran en los grandes grupos económicos que día a día aumentan sus ganancias, como si la política hubiera abandonado su deber más elemental: equilibrar las cargas.
A todo esto debemos sumar la gran crisis interna que experimenta el seno de La Libertad Avanza. Un repudiable tuit del “Gordo Dan” atacando a la hija discapacitada del senador Luis Juez fue el detonante de la ruptura de la relación con los libertarios cordobeses. Fue tal el escándalo y ruido interno que el propio Jefe de Gabinete Guillermo Francos debió salir en vivo en el programa de TN “Sólo una vuelta más” a repudiar el accionar del reconocido troll libertario. Pero esto no es todo, los Menem (Lule y Martín) quedaron en la mira por las derrotas electorales y hasta Karina Milei, la principal armadora, enfrenta cuestionamientos internos tras el durísimo revés en las elecciones en Corrientes el pasado domingo, donde el candidato libertario Lisandro Almirón terminó cuarto. Por si fuera poco, el acto de cierre de campaña bonaerense en Moreno, con escasa convocatoria, terminó de desnudar que la supuesta mística libertaria no logra sostenerse fuera de la burbuja de las redes sociales.

Es momento de cuidar
En medio del complejo escenario nacional, Misiones hace lo que puede – y mucho más – con recursos escasos. La caída de la Coparticipación, el arbitrario recorte de fondos nacionales, el estancamiento macroeconómico producto de la crisis económica nacional y la ausencia de programas nacionales para hacer frente a la coyuntura no detuvieron la decisión provincial de sostener los servicios esenciales y de seguir generando oportunidades y herramientas para el sector productivo.
En materia fiscal, el Gobierno Provincial respondió una vez a las demandas del sector privado con la reducción de alícuotas de Ingresos Brutos para la industria. Esta medida, surgida del diálogo con las diferentes cámaras empresarias, busca aliviar los costos y mejorar la competitividad del sector productivo misionero. En un contexto nacional atravesado por la recesión y el enfriamiento de la economía, Misiones envía un mensaje de previsibilidad y acompañamiento a aquellos que invierten y generan empleo en la provincia.
Hoy, la figura de Oscar Herrera Ahuad, presidente de la Legislatura provincial y candidato a diputado nacional del Frente Renovador Neo, sintetiza la respuesta política de Misiones. Mientras la Nación desregula el mercado yerbatero favoreciendo a los grandes industriales en desmedro de los pequeños productores, habilitas plantaciones indiscriminadas y deja que el precio de la hoja verde se desplome, Herrera Ahuad plantea con firmeza la necesidad de volver al esquema que garantizaba un precio de 50 centavos de dólar por kilo. Ese valor alcanzado en 2023, pese al fuerte lobby de los zares de la yerba mate, permitió a miles de productores cancelar deudas y reinvertir en el sector. Hoy, en cambio, el escenario es dantesco: la libre competencia solo benefició a los grandes molinos, mientras el pequeño productor recibe, en el mejor de los casos, $250 por kilo con pago diferido y el consumidor paga precios cada vez más altos en góndolas.
La postura de Herrera Ahuad se apalanca en la evidencia: la yerba mate es un mercado imperfecto que sí o sí requiere de una regulación para equilibrar la posición de extrema vulnerabilidad de los pequeños productores frente al poder brutal del puñado de molinos que manejan actualmente a gusto y piacere el mercado. Lo contrario es condenar al desarraigo a las familias productoras y al mismo tiempo facilitar la concentración de las tierras en manos de los zares de la yerba mate. Esta película de terror ya la vimos, y lamentablemente la historia se repite. Frente a esto, la propuesta del candidato renovador incluye reinstalar al INYM con facultades plenas, fijar precios mínimos en dólares y promover la diversificación de mercados externos.
El contraste y la comparación es inevitable. Sin propuestas, más que la continua repetición de “aplicar el modelo de Milei en Misiones”, Diego Hartfield quedó reducido a una triste caricatura de una candidatura testimonial, elegida desde Buenos Aires por un esquema de poder corroído por las denuncias de supuestas coimas y peleas internas que dejan al desnudo la fragilidad que envuelve al esquema de La Libertad Avanza. Oscar Herrera Ahuad, en cambio, construye desde una gestión incansable, con propuestas y resultados concretos, alejados de frases vacías y encarnando la defensa y el cuidado de Misiones frente a la crueldad de la Nación.
Frente a un modelo de exclusión, sin empatía y que atenta permanentemente contra los derechos de los más vulnerables, la única esperanza es la política entendida como servicio y compromiso.
Por Nicolás Marchiori. Abogado. Diplomado en Manejo de Crisis y en Análisis de Procesos Electorales. Especializado en Comunicación de Gobierno y Electoral.
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