Como venimos realizando cada año, este domingo tenemos una nueva peregrinación diocesana a nuestro Santuario de Loreto. Allí celebramos la memoria de tantos hombres y mujeres que evangelizaron en estas tierras, como los mártires Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez, Juan del Castillo, y el Padre Antonio Ruiz de Montoya, que junto a miles de indígenas vivieron una experiencia inédita en las Reducciones Jesuíticas.
En Loreto alimentamos nuestro ánimo en la memoria, pero también en los sufrimientos, en el martirio y en la vitalidad de estos testigos del pasado. Ellos nos fortalecen en la esperanza, para sobrellevar las dificultades, las persecuciones y las luchas de nuestro tiempo. En esta reflexión quiero subrayar la importancia que tiene la peregrinación a nuestro Santuario diocesano de Loreto en la que participan muchas personas, sobre todo jóvenes, que se movilizan caminando, en autos, colectivos, bicicletas e incluso por el río, desde las distintas parroquias, escuelas y comunidades de nuestras zonas pastorales saliendo conjuntamente desde Leandro N. Alem, Jardín América y Posadas.
La Misa central concelebrada con todos los Sacerdotes y Diáconos de la Diócesis, junto con nuestros consagrados, seminaristas y todo el Pueblo de Dios. En la casa de Nuestra Madre de Loreto realizamos este momento único en el año donde como Pueblo de Dios en nuestra Diócesis de Posadas, llevamos nuestro agradecimiento a Dios por su presencia de tantas maneras en la tarea evangelizadora que Él nos encomendó. También llevamos nuestros dolores, peticiones, inquietudes y sufrimientos. Todo lo ponemos a los pies de Nuestra Madre de Loreto y bajo la intercesión de nuestros mártires de las misiones. En ellos vemos ejemplos de entrega en su tiempo que nos permiten decir en el hoy de nuestra historia que nosotros, como ellos, queremos también ser testigos, discípulos y misioneros en esta porción de la Iglesia en nuestra provincia de Misiones.
Aquí en la casa de nuestra madre de Loreto hoy estamos celebrando como Iglesia la «Jornada Mundial de los pobres». El Papa Francisco instituyó esta jornada después de un gran encuentro realizado con pobres en Roma en el contexto del jubileo de la Misericordia. Allí el Papa nos animó a no dejar que la indiferencia o la omisión nos hagan olvidarnos de aquellos que están en el corazón del Evangelio. Nuestro tiempo, caracterizado por el pragmatismo y por una proclividad a priorizar lo mercantil, va generando cada vez más pobreza y, por lo tanto, más pobres en el mundo. Lo percibimos también en nuestra Patria y en nuestra provincia. Son miles las familias que sólo sobreviven, son miles los jóvenes, niños y ancianos que sobreviven en la marginalidad. No vemos que este planteo sea tratado seriamente.
Sólo se dan cifras que no motivan a ningún funcionario de la política, del mundo empresarial o sindical a sentarse a tratar como un problema de Estado el flagelo de la pobreza. Desde los organismos internacionales que responden a los países ricos del mundo proponen caminos de eliminación de los pobres antes que caminos de equidad e inclusión.
Peor aún, ven a los pobres como un peligro frente a la escasez de materia prima de cara al futuro. De ahí las inversiones de apoyo para la reducción poblacional por cualquier vía, inclusive con los programas de eliminación de los niños por nacer. El lema de la jornada de este año es «La oración de los pobres se eleva a Dios» (cf. Eclo 21,5).
Rezamos e imploramos junto con ellos. Junto a nuestra Madre de Loreto en su Santuario le pedimos por nuestra Iglesia diocesana, por la tarea evangelizadora y por cada una de nuestras intenciones, y clamamos a Dios por los más pobres, porque el Señor escucha nuestro clamor.
Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas.
AGENCIA DE NOTICIAS GUACURARÍ
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