El intendente local, Javier Peralta, presidió el acto en homenaje a todos los que día a día trabajan para que San Ignacio siga creciendo, el municipio festejo así un nuevo aniversario.
Las palabras alusivas a la fundación de la Colonia Agrícola San Ignacio estuvieron a cargo del Dr. Waldemar Drewes.
«La población guaraní abandona del territorio misionero después de las guerras artiguistas de 1820, esto trajo como consecuencia disputas por el dominio a Corrientes y el Paraguay. Por un convenio del 19 de abril de 1830 en su artículo 4º se especificaba que, al no haber autoridades nacionales la definición de los límites quedarían en statu quo hasta que un Congreso Nacional definiera esa cuestión.
Corrientes ocupa los campos misioneros entre el Miriñay y el Uruguay hasta el río Aguapey. Al otro lado el Paraguay ocupaba ese espacio donde había concretado una ruta comercial entre Trinchera de San José y San Borja.
Esa frontera del Aguapey entre Paraguay y Corrientes se mantuvo hasta mediados de la década de 1850, cuando se liberaron los ríos y Paraguay perdió el interés por Misiones.
A partir de 1853, con la existencia de autoridades nacionales apareció el conflicto con Corrientes por Misiones. La Nación consideraba que Misiones constituía un territorio bajo su jurisdicción y Corrientes pretendía incorporar toda esa área a la provincia.
Ante la perspectiva de perder la zona misionera, Corrientes en la Constitución Provincial de 1864 incluía a Misiones dentro de la provincia de Corrientes y nombró autoridades provinciales, delineó colonias y trazó caminos. Se regulaban la adjudicación de tierras y fomentaban la colonización agrícola. Se revitalizaron los antiguos pueblos jesuíticos destruidos por las guerras. Estas concesiones se multiplicaron en la década de 1870 en respuesta a los intentos del gobierno nacional para iniciar la colonización agrícola de estos territorios.
En ese marco de disputas y ante la inminente federalización de Misiones, Corrientes crea las colonias agrícolas, entre ellas la Colonia Agrícola de San Ignacio el 25 de septiembre de 1877.
Corrientes, el 14 de diciembre de 1875 autorizaba a ceder en propiedad al Gobierno nacional tierras sobre el Paraná. Esta ley fue respuesta a una ley del Congreso de la Nación del 15 de octubre de 1875 que proclamaba la urgencia de iniciar la colonización agrícola en el país y para ello solicitaba el apoyo de las provincias. El Gobierno correntino quería afirmar sus derechos sobre Misiones en caso de aceptarse esta cesión. El Gobierno federal no respondió a este ofrecimiento. Corrientes temía perder todas sus ocupaciones sobre Misiones. A partir de ese momento, Corrientes realizo la venta indiscriminada de los campos misioneros sin tener en cuenta las reservas para centros agrícolas y explotación de yerbales. Y ante la inminente federalización de Misiones como territorio provincial, el 22 de junio de 1881 Corrientes aprueba una ley que disponía la venta de la mayor parte de las tierras fiscales de Misiones. Lo que se tradujo que 2.500.000 hectáreas de tierras fiscales (más del 83% de la territorialidad) se adjudicara a 38 personas (en 38 parcelas de 25 leguas cada una).
Estas adjudicaciones de las cuales 28 a los pocos días eran nuevamente vendidas) ponían al gobierno nacional y a las autoridades del territorio en un problema al quedar sin tierras de origen fiscal para su colonización. La solución fue acordar la caducidad de los derechos de los beneficiarios que no hubieran mensurado sus predios antes de 1894.
Esta lucha por la titularidad de la tierra fue el gran problema de la colonia Agrícola de San Ignacio y del Pueblo Nuevo de San Ignacio, categoría que obtuvo a partir del año 1907 y que lo posibilitaba a poder elegir sus autoridades, que recién se concretó en el año 1923 cuando se eligió el primer consejo municipal.
El problema de la tenencia de la tierra y la falta de título, fue advertido por el ilustre visitante de San Ignacio, Juan Bautista Ambrosetti, en su tercer viaje a Misiones quien sentencio que una de las causas del atraso de Misiones y la falta de inversiones estables y permanentes era justamente la falta de respuesta de las autoridades a los ocupantes que ya estaban viviendo y a los que llegaban a ocupar la nueva colonia.
De la misma manera Ambrosetti veía en la producción de yerba mate y el fiel cumplimiento de la reglamentación, el futuro de los colonos. Creía que el control de los cortes de plantas de yerba mate en forma indiscriminada, sería beneficioso. Esto ocurrió años después con la instalación de los emprendimientos yerbateros que se iniciaron a fines del siglo XIX y siglo XX. Las empresas Martín y Cia, La María Antonia, La Plantadora fueron el eje del desarrollo yerbatero en San Ignacio y en el territorio de Misiones. Muchas inversiones, fracasos y éxitos debieron soportar hasta encontrar la fórmula de hacer germinar la semilla de la yerba mate. Intervinieron en esas investigaciones entre otros el paisajista Carlo Thais, el ingeniero Pablo Allan quien casado con la hija del Gobernador Lanusse fue un vecino de este Pueblo.
Terminada la etapa de las comisiones de fomentos lideradas por Don Marcelino Bouix, Don Pablo Vendendorpf, Don Carlos Gruber, vino la etapa del nombramiento de presidente de la comisión de fomentos realizadas por el gobernador del Territorio. Los hermanos Juan Pablo Palacio, Andres Palacio y Jesus Palacio figuran como presidente de esas comisiones a partir del año 1914. Los Palacios eran los administradores del el emprendimiento yerbatero, La María Antonia, propiedad de inversores de Buenos Aires como los Herrera Vega y los Pereira Iraola.
Esta forma de manejar los intereses del pueblo duró hasta el año 1923 cuando se realiza la primera elección del concejo Municipal, siendo electo para dirigir los destino del pueblo Don Ernesto Addor, administrador de la otra empresa yerbatera importante, Martín y Compañía. Junto a las elecciones a miembros del concejo municipal se elegía por el voto popular el Juez de Paz. Ambos duraban en su cargo dos años.
También como visionario de lo que ocurriría en el siglo XX y aun en este siglo XXI, sentenciaba Juan Bautista Ambrosetti después de advertir que las autoridades debían tomar medidas ante el vandalismo que se producían sobre las ruinas: “…para Misiones, las ruinas de los pueblos jesuitas representan un venero de riqueza futura. Cuando haya mayor de facilidad de transporte y el turismo se haya generalizado más en nuestro país, muchísimos se dirigirán allí para visitarla, y ese vaivén continuo de turista coadyuvará al adelanto del territorio, dejando mucho dinero y aportándole su contingente de progreso”.
Así como el padre Antonio Ruiz de Montoya eligió este solar, este territorio para el traslado definitivo de 12 mil almas guaraníes que huían de la zona del Guaira del asedio y caza bandeirante, así eligieron para vivir en este pedazo de suelo el escritor Horacio Quiroga, el luchador por los derechos del trabajador Marcos Kaner, el escritor y Periodista German Dras, el ornitólogo Carlos Selva Andrade, el pintor compoblano de Horacio Quiroga Carlos Giambiagi, los hermanos Gonzalvos también compoblanos uruguayos de Salto Uruguay de Horacio Quiroga y cuantos otros que se mezclaron con el crecimiento explosivo del oro verde. Las empresas yerbatera ocupaban aproximadamente 1800 manos de obra y cada empresa contaba con proveedurías, una villa y escuelas y así surgieron los sindicatos agremiados y las ideas anarquista. En 1919 en el bar de las ruinas es detenido por atentados cometidos en la ciudad de Buenos Aires el descendiente de la nobleza Zarista , German Boris Wladimiroch que era intensamente buscado por la Policía. Esto fue una parte del San Ignacio en sus primeros años después de la refundación como Colonia.»
Prensa Municipio de San Ignacio
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