Siempre que hablamos de innovación es inevitable circunscribir el concepto a lo tecnológico. En definitiva, no está mal hacerlo: el siglo XXI se caracteriza por sucesivos saltos y revoluciones de carácter científico y tecnológico, cada vez más frecuentes, que han cambiado por completo casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Aunque parezca un atrevimiento decirlo, todo ello es apenas una manifestación de la innovación.
Cuando hablamos de innovar, verdaderamente estamos hablando de un complejo proceso cultural y estratégico, que es previo a cualquier cambio operativo o tecnológico: innovar es entonces una nueva manera de ver y comprender la realidad, encontrando caminos alternativos e inexplorados para transformarla, y acompañando esa nueva visión con una firme decisión de hacer.
Porque repensar, es la esencia, pero hacer es la clave que logra que la innovación se concrete en un beneficio real para la sociedad.
Innovación: el caso misionero
En la provincia de Misiones la innovación es una política de Estado. Y lo fue desde el mismo momento en el que hubo una apreciación aguda y realista del panorama que la provincia enfrentaba a la hora de evaluar las posibilidades de su desarrollo económico futuro.
Había factores que no se iban a modificar. El territorio era uno de ellos. La extensión de Misiones y nuestro compromiso social y ético con la preservación de la biodiversidad y sus monumentos naturales no iban a permitirnos que nuestro crecimiento viniera por vía de una mayor explotación de los recursos naturales.
También había otros factores que eran de “difícil” (por no decir imposible) modificación. El centralismo que rige la convivencia política de nuestro país relegó históricamente a Misiones, devolviéndole una coparticipación mucho menor que su aporte, dejándola indefensa frente a economías más competitivas al otro lado de sus fronteras, o negándole incluso algo tan básico como el suministro de gas de red para que se pueda potenciar la industria, entre otras cosas.
Pero al mismo tiempo, una mirada inteligente del Estado entendió que la ubicación geopolítica de Misiones, su pirámide poblacional con un 40% de los misioneros con menos de 18 años, y una revolución de la Información que estaba cada vez más cerca, nos daban la oportunidad de ser pioneros en la búsqueda de la Economía del Conocimiento.
Reformulamos así nuestro destino como sociedad abrazándonos a la educación disruptiva, para capacitar a nuestros jóvenes y a todos nuestros ciudadanos en una nueva era digital, dotándonos de conectividad propia, promoviendo el emprendedurismo y la cultura hacedora y generando alianzas estratégicas con el mundo educacional y empresario para la radicación de inversiones, empresas y organizaciones que generaran empleo de calidad y nos pusieran en la senda del desarrollo y de la obtención de un mayor bienestar.
El Estado hacedor
El ejemplo es educador. ¿Cómo podría el Estado sembrar, diseminar, contagiar y embeber una cultura hacedora en la sociedad si no predicara con el ejemplo y se convirtiera en el primer hacedor?
La decisión política del Estado misionero y el acompañamiento en bloque de una sociedad que comprendió la oportunidad de la hora, nos llevaron a las realizaciones que transformaron la vida de esta provincia: el Parque del Conocimiento, Marandú Comunicaciones y su conectividad, las organizaciones de la educación disruptiva y gratuita como la Escuela de Robótica, la Secundaria de Innovación, el Polo TIC Misiones y Silicon Misiones, los Espacios Maker en todos y cada uno de los 77 municipios misioneros, el Parque Industrial y de la Innovación Posadas, y tantos otros hechos y políticas cuya enumeración se hace difícil por su cantidad y extensión.
Todo ello fue producto del ejercicio de la política en función de una visión, concretada en leyes de creación, fomento y respaldo de cada una de esas realizaciones para legitimarlas, pero también para consagrarlas en el tiempo y demostrar que esta política de Estado había llegado para quedarse y potenciarse.
Innovar es incluir
Muchas veces no hemos enfrentado a este cuestionamiento: ¿Cuál es el sentido de esta innovación? ¿Qué todos sean programadores? ¿O qué todos trabajen desde una computadora? Por supuesto que no.
El objetivo de la innovación es dotar a la sociedad toda de una familiaridad y un manejo de la tecnología y las nuevas herramientas de la información y los negocios, para que cada uno de los misioneros y misioneras pueda ser mejor trabajador, mejor emprendedor, mejor empresario, y mejor ciudadano.
La digitalización que vivimos y procuramos nos permite informarnos más rápido, educarnos más y mejor, ser más eficientes con nuestro tiempo y en nuestros resultados: en la empresa, en la chacra, en el emprendimiento turístico, en el trabajo social, en el comercio.
Alguna vez nos dijeron que estas ideas no iban más allá de la señal de WiFi: permítanme contarles que las organizaciones de la educación disruptiva llevan su trabajo hasta el último rincón de esta provincia, incluso en lugares donde la conectividad aún no ha llegado. Porque estamos educando para el futuro de todos, para integrar, para incluir.
Lucas Romero Spinelli – Contador Público Nacional – Diputado Frente Renovador de la Concordia
Facebook
Twitter
Instagram
Google+
YouTube
RSS